<< Quizá los soldados le hayan obligado a desalojar su vivienda >> , pensé . Y en ese instante , una duda mortal me secó la garganta :
<< ¿ Y si hubiera llegado demasiado tarde ? ¿ Y si la supuesta resurrección hubiera ocurrido ya ...? >>
El único indicio en este sentido aparece en el texto evangélico de Mateo . Si el autor sagrado llevaba razón y el prodigio tenía lugar << al alborear el día >> - es decir , del domingo -, todo estaba perdido . El orto o aparición del limbo superior del sol sobre el horizonte había sido fijado por Santa Claus con una precisión matemática : dada la latitud aproximada de Jerusalén - 32 grados Norte -, ese instante ocurriría a las 5 horas y 42 minutos . El ocaso , como ya cité en su momento , se registraría , en consecuencia , a las 18 horas y 22 minutos .
Pero un inesperado acontecimiento me sacó de estas elucubraciones , haciéndome temblar de pies a cabeza . De pronto , los perros de Jose de Arimatea empezaron a ladrar furiosamente .
¡ No había contado con aquel nuevo problema !
Me pegué a la pared del pozo , tratando de adivinar la posición de los canes . No tardaría en averiguarlo . A los dos o tres minutos sentí a mis espaldas los gruñidos de los animales . Me habían detectado , permaneciendo a dos o tres metros , con sus fauces abiertas y amenazantes . Me revloví , dispuesto a golpearles y dejarles fuera de combate si era preciso . Se trataba en realidad de dos pequeños ejemplares y supuse que no sería difícil amedrantarles o golpearles con la <<vara de Moisés . Lo que más me preocupaba es que la escolta romana o levítica pudiera reaccionar y descubrirme .
Me preparé e , incorporándome , me dispuse a ahuyentarlos . Pero la sangre se congeló en mis arterias : una mano ruda y pesada cayó sobre mi hombro derecho ...
Al volverme , y cuando consideraba que todo se hallaba perdido , encontré ante mí la silueta inmensa del hortelano .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
<< ¿ Y si hubiera llegado demasiado tarde ? ¿ Y si la supuesta resurrección hubiera ocurrido ya ...? >>
El único indicio en este sentido aparece en el texto evangélico de Mateo . Si el autor sagrado llevaba razón y el prodigio tenía lugar << al alborear el día >> - es decir , del domingo -, todo estaba perdido . El orto o aparición del limbo superior del sol sobre el horizonte había sido fijado por Santa Claus con una precisión matemática : dada la latitud aproximada de Jerusalén - 32 grados Norte -, ese instante ocurriría a las 5 horas y 42 minutos . El ocaso , como ya cité en su momento , se registraría , en consecuencia , a las 18 horas y 22 minutos .
Pero un inesperado acontecimiento me sacó de estas elucubraciones , haciéndome temblar de pies a cabeza . De pronto , los perros de Jose de Arimatea empezaron a ladrar furiosamente .
¡ No había contado con aquel nuevo problema !
Me pegué a la pared del pozo , tratando de adivinar la posición de los canes . No tardaría en averiguarlo . A los dos o tres minutos sentí a mis espaldas los gruñidos de los animales . Me habían detectado , permaneciendo a dos o tres metros , con sus fauces abiertas y amenazantes . Me revloví , dispuesto a golpearles y dejarles fuera de combate si era preciso . Se trataba en realidad de dos pequeños ejemplares y supuse que no sería difícil amedrantarles o golpearles con la <<vara de Moisés . Lo que más me preocupaba es que la escolta romana o levítica pudiera reaccionar y descubrirme .
Me preparé e , incorporándome , me dispuse a ahuyentarlos . Pero la sangre se congeló en mis arterias : una mano ruda y pesada cayó sobre mi hombro derecho ...
Al volverme , y cuando consideraba que todo se hallaba perdido , encontré ante mí la silueta inmensa del hortelano .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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