jueves, 16 de febrero de 2017

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 8 - del 5 al 9 de noviembre ( 17 )

En esos críticos instantes  no fui consciente de la importancia de lo que estaba a punto de ocurrir . Importante para Yehohanan y , consecuentemente , para mí...
Rodeé el barril y me posicioné en el lado opuesto a la piquera . No debía dar facilidades al enjambre .
El continuo zumbar de las adan , merodeando en torno a la colmena o regresando , incansables , con el néctar de las flores , me hizo dudar nuevamente . La idea era sólo una idea . Podía equivocarme . Podía fallar .. En ese caso , si los miles de insectos reaccionaban contra el intruso , mi credibilidad , y lo que era peor , mi integridad física , quedarían maltrechas .
Traté de serenarme . Si perdía los nervios , si no era capaz de calcular cada movimiento , si empezaba a sudar , sencillamente , las africanas lo percibirían y transmitirían la << orden >> de ataque . Mi cabeza y manos se hallaban al descubierto , no debía olvidarlo . Las 20.000 o 30.000 abejas , una vez recibido el << mensaje >> , caerían sobre mí de forma masiva , seleccionando , en primer lugar , las áreas con movimiento ; es decir , ojos , brazos , manos , etc . E implacables , cada vez más excitadas , tratarían de inyectar los aguijones . Ése era oro momento decisivo . Aunque me hallaba prácticamente blindado , el pánico podía pasar factura ...
Ni siquiera disponía de un ahumador . El humo , espeso y frío , introducido en la camara de la cría , hubiera provocado el desalojo del barril . Las abejas , desconcertadas , reaccionan siempre ante estos imprevistos con un movimiento reflejo : se lanzan sobre las reservas de miel y se atiborran , huyendo a continuación.
Observé fugazmente al Anunciador . Podía improvisar un ahumador con parte de mi túnica . Bastaba con humedecer el tejido , prenderle fuego y acercarlo al orificio de entrada de la colmena . Desistí.
Ni tenía cómo prender la supuesta tea , ni Yehohanan lo hubiera permitido . Sus abejas , como veremos , eran sagradas ...
Seguía inmutable , a dos o tres pasos de este descompuesto explorador .
Inspiré profundamente y llevé la mano izquierda sobre la rústica cubierta de madera que cerraba el barril.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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