viernes, 17 de febrero de 2017

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 8 - del 5 al 9 de noviembre ( 24 )

A veces ,terminadas las Semoneh, continuaba con otros textos bíblicos , recitados xomo una súplica al justiciero Yavé : Yno de sus preferidos pertenecía al profeta Samuel :
- ¡ El Santo da muerte y vida ! ... ¡ Hace bajar al Seol ( infierno ) y retornar ! ... ¡ Él enriquece y despoja ! ... ¡ Él abate y ensalza !
Así permanecía horas , inmóvil y tronando a los cielos .
- ... ¡ Y los malos perecerán en las tinieblas !
Sólo una vez le oí proclamar un texto que no acerté a identificar . Decía , más o menos :
- ¡ Oh , Dios , límpianos del pecado ! ... ¡ Acude a mostrar tu gloria ! ... ¡ Enséñanos tu amor ! ... ¡ Deja que tu Sekinah ( Presencia Divina ) santifique mi corazón ! ...¡ Y hazme tuyo , una vez más !
Fue , como digo , una de las pocas veces que oí la palabra << amor >> en sus labios . No sería la única sorpresa en esos días ...
Así rezaba Yehohanan . Su actitud y disposición hacía Yave , siempre cruel y vengativo , no guardaban relación alguna con las que nos había enseñado el Maestro . Jesús nunca rezaba de aquellas maneras , ni tampoco en ese tono . En el tiempo que el Destino me permitió vivir a su lado , jamás le oí una sola invocación de los textos bíblicos . Cuando rezaba , lo hacía casi siempre en privado e improvisaba , estableciendo un diálogo con << Ab-ba >>, su Padre . << oración - decía Jesús - debe ser una manifestación íntima . Es un parpadeo del espíritu que sólo Dios entiende ...>>
Cada vez estava más claro para quien esto escribe . El Anunciador se hallaba en el polo opuesto a mi querido y admirado Jesús de Nazaret . De momento , nada de lo visto y oído me fascinaba . E insisto : no lograba entender por qué la tradición cristiana cambió su imagen . ¿ O sí lo comprendía ?
Despues se alejaba , río arriba , y permanecía oculto entre los árboles . Dos o tres veces lo divisé en mitad de la corriente . Golpeaba las aguas con el talith , y tan furiosamente como la primera vez que lo vi. A cada golpe , gritaba con desesperación:
- ¡ Ábrete !
¡ Dios santo ! Estaba conviviendo con un iluminado ...
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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