miércoles, 6 de enero de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario ( 75 )

El golpe , propinado con ambas manos , fue tan violento  que el hierro quedó clavado en la arcilla . Sin embargo , en lugar de recuperarlo , el << oso >> dio media vuelta  y , tambaleante , se dirigió hacia nosotros . Me asusté . Sus ojos se hallaban desorbitados  , vidriosos y su faz , como la de la Señora , se había tornado lechosa . Y aterrorizado extendió las manos hacia el Zebedeo , en una muda petición de auxilio ...
Juan saltó materialmente sobre él , acogiéndole e interrogandole  a gritos . María corrió también hacia la pareja  .
Bartolomé  , víctima de un fuerte shock , trataba en vano de explicarse , limitándose a mostrar su mano izquierda . Un copioso sudor empezó a rodar por las sienes del discípulo . Y entre convulsivas respiraciones  susurró una palabra que no capté con nitidez . Me pareció hebreo . Algo así como << sisear >> ..
Y la Señora , menos aturdida que el Zebedeo y que este atónito explorador  , tomó entre las suyas la mano del << oso >> , examinándola  . Supongo que , al reparar en aquellas huellas , los tres experimentamos  la misma afilada  sensación: un escalofrío que , rasgando las entrañas , vino a secar las gargantas . Incrédulo , deseando con toda mi alma  que << aquello >> no fuera lo que imaginaba  , procedí también a un tembloroso examen  de la mano del angustiado Natanael . No había duda . En el velludo << triángulo >> situado sobre el músculo interóseo dorsal ( entre los metacarpios  de los dedos pulgar e índice ) aparecían dos pequeños orificios , separados entre sí unos diez milimetros  y por los que brotaba  una exudación de suero teñido en sangre . Inmediatamente debajo de estas marcas se distinguían sendos círculos  sanguinolentos  , de unos cuatro milímetros de diámetro cada uno a los que seguían , también en paralelo , cinco o seis incisiones  , casi imperceptibles  . O mucho me equivocaba o aquellas eran las huellas  de la mordedura dejada por los dientes  superiores e inferiores  de una serpiente .... Y lo que era peor  : de un reptil venenoso . De haberse tratado de una serpiente aglifa inofensiva  , el ataque no hubiera dejado en la piel los orificios  de los colmillos  ni las áreas circulares sanginilentas , correspondiente  a las bolsas de veneno . El punteado paralelo que se dibujaba a continuacion de estas sangrantes perforaciones  , tal i como tendría  ocasión de comprobar instantes despues , eran las marcas de los dientes inferiores  , maxilares - no acanalados - y palatales , respectivamente .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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