sábado, 2 de enero de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario ( 50 )

Hecha esta observación , proseguiré  con el siguiente suceso , acaecido a cosa de un par de kilómetros , en el importante  cruce de caminos  hacia los montes Tabor , en el sur , y Merón , en el norte .
Aquellos veinte minutos - desde la despedida de Murashu hasta la referida encrucijada  - transcurrieron  en silencio y con el único engorro , por mi parte , de tener que cargar sobre los hombros  al inquieto corderillo . Mis intenciones  acerca del pequeño animal eran claras : desembarazarme de él a la primera oportunidad . Pero , ¿ cómo ?  No me equivoqué  en mis reflexiones : el destino decidiría . Respecto a la jarra que cargaba Natanael , sinceramente , la olvidé . Al poco , su misterioso contenido saldría en auxilio de este explorador . Pero no perdamos el hilo...
El << suceso >> al que hacía alusión empezó a dibujarse en los metros finales de aquella cuarta etapa . Con el cruce de caminos  a la vista , Bartolomé  comenzó a cojear ligeramente  . Al principio no le concedí demasiada importancia . Sin embargo , poco a poco , el ritmo de sus cortas zancadas se hizo desigual . La causa del trastorno - pensé - podía radicar en su pierna izquierda  , fajada desde el tobillo a la rodilla . Pero el discípulo , habituado a su dolencia  , prosiguió el avance sin despegar los labios . La reacción de Juan y de María  - aunque sería más propio hablar de la no reacción de ambos - me dio a entender que se hallaban familiarizados con el problema del << oso >> y que , muy posiblemente , no revestía gravedad alguna .
Y así continuamos  hasta que , bien colmada la hora sexta , dimos alcance  al cruce  de las importantes arterias  . En aquel lugar , a cuatro kilómetros  , según mis cálculos  , del sendero que descendía  de la aldea de Lavi se levantaba  una típica  posada  judía  , muy frecuentada  por el sin fin de caminantes y caravanas  procedentes  de los cuatro puntos cardinales . Se trataba  , como la mayoría  de los albergues de aquel tiempo , de un vetusto edificio cuadrangular de unos treinta metros de lado y de altos  y grisáceos  muros , trabajados a base de tosca piedra caliza .
Y el destino quiso que el renqueante Natanael fuera a detenerse frente a la fachada principal , a la derecha  del camino  , y a corta  distancia del túnel que hacía las veces de portón . Y sin mediar excusa o comentario algunos se dejó care sobre la polvorienta  senda , recostando su humanidad contra la pared de la posada . Acto seguido procedió a retirar las bandas de cuero de vaca que envolvían su dolorida pierna  . Y deseoso de comprobar el mal que le aquejaba  , confié el corderillo a la Señora , situándome frente al discipulo.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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