El << oso >> , uno de los más instruidos del grupo , asintió con la cabeza , apuntando que podía tratarse del célebre y exótico << aceite de piedra >> , muy cotizado en la Ciudad Santa y , en efecto , cargamento habitual en las caravanas procedentes de Oriente .
- Lástima no haber incendiado la posada - masculló el franco Natanael - y a ese tuerto mal nacido con ella ...
El agrio comentario inclinó la balanza de la suerte y de la lógica a mi favor . Y aprovechando la inercia de la idea remaché mis propósitos , exponiéndoles que , muy probablemente , en la confusión , algien habia arrojado una lucerna sobre el negruzco líquido , provocando un fuego de poca monta pero suficiente para mantenerles ocupados y facilitar mi huida . El Zebedeo caminaba en silencio . La sonrisa burlona que colgaba de sus labios fue el más elocuente de los reproches . Y la piadosa mentira se agitó en mi seno como un reptil . La Señora y Bartolomé , en cambio , aceptaron mi versión .
Y enzarzados en los pormenores de la odisea dejamos atrás un segundo desvío . En esta oportunidad , el sendero secundario arrancaba igualmente a la derecha de la vía que nos llevaba a Caná , culebreando durante kilómetro y medio hasta otra perdida aldea - Tir`an-, asentada a unos doscientos metros de altitud . Algunos vendedores ocasionales , apostados en la encrucijada , al filo de los trigales , nos mostraron las canastas de fruta y los cuencos de harina de cebada , animándonos con sus gritos a que << aliviáramos su miseria >> . Pero , aleccionados por las duras pruebas soportadas en los cruces precedentes , ni uno solo de mis compañeros aminoró la marcha .
Aquellos treinta minutos , invertidos en los tres kilómetros que separaban la posada del tuerto del desvío a Tir`an , fueron el comienzo de otro calvario para quien esto escribe . A pesar del blindaje que me proporcionaba la << piel de serpiente >> , la brutalidad de la paliza había sido tal que mis huesos y músculos se resintieron . Y durante interminables horas soporté un dolor generalizado , que empezó a remitir , con la ayuda de los analgésicos camuflados en mi << farmacia de campaña , bien entrada la jornada siguiente .
Autor :J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
- Lástima no haber incendiado la posada - masculló el franco Natanael - y a ese tuerto mal nacido con ella ...
El agrio comentario inclinó la balanza de la suerte y de la lógica a mi favor . Y aprovechando la inercia de la idea remaché mis propósitos , exponiéndoles que , muy probablemente , en la confusión , algien habia arrojado una lucerna sobre el negruzco líquido , provocando un fuego de poca monta pero suficiente para mantenerles ocupados y facilitar mi huida . El Zebedeo caminaba en silencio . La sonrisa burlona que colgaba de sus labios fue el más elocuente de los reproches . Y la piadosa mentira se agitó en mi seno como un reptil . La Señora y Bartolomé , en cambio , aceptaron mi versión .
Y enzarzados en los pormenores de la odisea dejamos atrás un segundo desvío . En esta oportunidad , el sendero secundario arrancaba igualmente a la derecha de la vía que nos llevaba a Caná , culebreando durante kilómetro y medio hasta otra perdida aldea - Tir`an-, asentada a unos doscientos metros de altitud . Algunos vendedores ocasionales , apostados en la encrucijada , al filo de los trigales , nos mostraron las canastas de fruta y los cuencos de harina de cebada , animándonos con sus gritos a que << aliviáramos su miseria >> . Pero , aleccionados por las duras pruebas soportadas en los cruces precedentes , ni uno solo de mis compañeros aminoró la marcha .
Aquellos treinta minutos , invertidos en los tres kilómetros que separaban la posada del tuerto del desvío a Tir`an , fueron el comienzo de otro calvario para quien esto escribe . A pesar del blindaje que me proporcionaba la << piel de serpiente >> , la brutalidad de la paliza había sido tal que mis huesos y músculos se resintieron . Y durante interminables horas soporté un dolor generalizado , que empezó a remitir , con la ayuda de los analgésicos camuflados en mi << farmacia de campaña , bien entrada la jornada siguiente .
Autor :J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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