domingo, 3 de enero de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario ( 57 )

Y anárquicamente  distribuidas alrededor de la mesa principal , otras más reducidas y cuadradas , acompañadas de sendos  bancos de madera ennegrecida  y lustrosas por el continuo uso . Casi todas se hallaban ocupadas por homres de amplios ropones  , bigotes rasurados  y cumplidas barbas , que comían  o apuraban sin medida  el vino negro , espeso y caliente  procedente  de un hogar practicado  en la pared que se alzaba a mi derecha  . Varias mujeres , con el rostro y brazos tatuados  , iban y venían en un incensante trajinar , reponiendo los caldos  y estofados  de vegetales  que llenaban la vasija común de cada mesa y en la que los comensales  introducían un trozo de pan , a manera de cuchara . El cuadro lo redondeaba  un curioso << mostrados >> , parecido a los que había observado en las tabernas de Nahum . Se levantaba  junto al muro situado frente a la puerta  de acceso y se hallaba armado por diez campanudas vasijas , de un metro de altura  , alineadas y sólidamente  enterradas en el piso de ladrillo . Sobre las bocas de las ánforas había sido dispuesta una plancha de madera  de sicomoro , de unos cinco metros de longitud , con diez orificios  , de veinte a treinta centímetros de diámetro , que permitían el llenado de las jarras  o de los cucharones de largos brazos . El vino , salvo que el cliente  eligiera tomarlo a la temperatura ambiente - algo poco frecuente  en aquel tiempo - , era trasvasado a la marmita que colgaba en el hogar y , una vez caliente , servido por las << burritas >>.
La Señora y el Zebedeo , muy cerca del extremo derecho de este << mostrador >> , parecían esperar  . La clientela  , cada cual a lo suyo , no les había  prestado mayor atención , a excepción de los que tomaban asiento en una de las mesas próximas a las tinajas .
Al reunirme con ellos percibí cierto malhumor en sus rostros . Lo atribuí al obligado paso junto a la soldadesca  o , quizá , al apestoso y poco recomendable  clima que se respiraba en la taberna . Me equivocaba .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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