domingo, 3 de enero de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario ( 54 )

Afortunadamente , como venía diciendo , cuando el lance empezaba a enturbiarse , la SEñora  terció en la pelea , indignada por el pueril comportamiento de los discípulos . Y tomando a juan por la manga  derecha de la túnica  le arrastro al interior del túnel , en busca de la dichosa vasija . El coraje y sentido común de aquella mujer volvían a imponerse .
Dudé . ¿ Qué dirección tomaba ? ¿ Seguía los pasos  de la intrépida María  o aguardaba junto al recalcitrante Bartolomé ? Éste , terco como una mula , continuaba con su cantinela de insultos  y maldiciones . Y con un familiar hormigueo en el vientre  - señal inequívica de una nueva e inminente pertubación - me decidí por la primera occión .
Al irrumpir en la penumbra del túnel  , un tufo inconfundible , desabrida mezcolanza de orines , humedad , caballerías y aceite quemado , me puso en guardia . Aquel tipo de establecimientos daba cobijo a toda suerte de gentes . Desde buhoneros a pacíficos comerciantes , pasando por huidos de la justicia  , temibles partidas de sicarios , correos , familias de peregrinos  y un sinfín de << burritas >> o prostitutas , ladrones y , sobre todo a la escoria del pueblo : los am-ha - arez . Dadas , pues , las circunstancias debía extremar la prudencia .
En general , con el fin de hacer más fácil el intenso trasiego de hombres y animales , estos accesos  carecían de puertas o , simplemente  , permanecían abiertos de par en par , incluso durante la noche . A derecha e izquierda del túnel abovedado , de unos seis metros de fondo por otros cuatro de altura , y en mitad del húmedo pasadizo , se abrían sendas angostas aberturas , a manera de puertas , que conducían a los pisos superiores . La luz amarillenta  y parpadeante que brotaba de una lucerna de arcilla , alojada en una hornacina , medio dibujaba el perfil de los peldaños de piedra , haciendo más tétrico , si cabe , el ingreso a las habitaciones .
Al término del túnel se abrió ante mí un amplio patio  o corral , igualmente cuadrangular , de unos dieciocho metros de lado , y a cielo abierto  . Allí , en especial durante los meses secos  , transcurría buena parte de la vida de la posada . En el centro se levantaba  un ancho pozo , de unos dos metros de díametro , con un trípode de madera sobre el brocal . Una elemental polea , con el concurso de cuerdas y << sacos >> de cuero , facilitaban la extración del agua .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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