lunes, 4 de enero de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario ( 65 )

La chusma  , sin poder dar crédito a lo que presenciaba  , retrocedió unos pasos  , arrojando al suelo sus cayados  . Y decidido a darles una lección que no olvidasen jamás , adopté una de mis acostumbradas y teatrales posturas . Levanté mis brazos como un iluminado , mostrándoles mi cuerpo . El tuerto cayó de rodillas , implorando misericordían  . Y entornando los ojos  , clamé con fueza a los cielos , << exigiendo el castigo divino >>. Aquélla fue una excelente  ocasión para probar otro de los sistemas de defensa  incorporados a la << vara de Moisés >> por los especialistas de Caballo de Troya . Sujetando el báculo por la parte superior , presioné  uno de los clavos  de cabeza de cobre  , activando un láser de gas Y el invisible  haz fue a incidir sobre el charco ocasionado por la rotura de la cántara  . Fueron suficientes  un par de segundos  para que el líquido - conocido entre los mesopotámicos  como << aceite de piedra  >> - se inflamara , ardiendo con avidez  . La providencial jarra , regalo de Murashu  , contenía lo que en la actualidad denominamos << petroleo >> . Los orientales  , aunque desconocían su refinado , lo utilizaban desde antiguo como una inmejorable  fuente de iluminación ; de mejor rendimiento que los aceites de oliva o de sésamo . Muy probablemente  , el costoso presente del nómada  procedía  de alguno de los numerosos  yacimientos  naturales de Baku , en lo que hoy se llama Persia .
La aparatosa pero inofensiva cortina de fuego y humo , de medio metro escaso de altura , me proporcionó el resultado apetecido  . El tabernero y su gente  escaparon enloquecidos  o cayeron de bruces sobre el pavimento , interpretando mi acción como un signo celeste . Y quien esto escribe  aprovechó la confusión para abandonar el corral . Mis penalidades , sin embargo , no habían concluido . Al final del túnel me aguardaba otro encuentro , más embarazoso que el que acababa de soportar.
Al descubrir la silueta en el centro del portón la asocié a uno de los persequidores . Seguramente retornaba a la posada . La dramática paliza no me permitió constatar , como era lógico, si parte de los huéspedes pudo salir en persecución de mis amigos . ¿ Y si los hubieran capturado ?
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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