Entre los que giraron la cabeza hacia la tertulia que capitaneaba el posadero , y con evidentes muestras de desaprobación , se hallaban seis soldados . Los penachos que sobresalían en sus cascos dorados indicaban que se trataba de los jefes de turma . Posiblemente , los tres decuriones y los optios . Uno de ellos , más impulsivo , hizo ademan de levantarse , quizá con la intención de acallar a los alborotadores . Pero el Mas veterano , sujetándole por el brazo , le obligó a sentarse de nuevo .
Juan , en el límite de su paciencia , cerró los ojos y , de espaldas a los ácidos felah , comenzó a golpear con el puño izquierdo la plancha de madera que cubría las ánforas . El ritmico golpeteo parecía el presagio de un iminente y temible estallido de ira por parte del dolorido discípulo . Y la Señora , prudentemente , le suplicó cordura .
Pero algo imprevisto estaba a punto de modoficar , cuando menos temporalmente , la agria y comprometida situación en el interior de la posada . ...
En unn primer momento , el vocerío reinante en la sala impidió distinguir lo que estaba sucediendo en el exterior . Fue la presencia de uno de los soldadosm , recortándose en la claridad de la puerta , la que movilizó a los oficiales de la turma , imponiendo el silencio entre los comensales . Fue entonces cuando escuchamos aquellos desaforados gritos , en petición de socorro . Procedían del corral o , quizá , del túnel . Juan y la Señora los identificaron al punto . Yo , honradamente , no supe de quién se trataba . Y el Zebedeo se precipitó hacia el patio , seguido de Marían y de quien esto escribe . Algunos dem los huéspedes , movidos por la curiosidad , nos imitaron . El corral se hallaba desierto . La patrulla , evidentemente , había acudido en auxilio del autor de los alaridos . Al final del pasadizo me pareció reconocer a varios de los decuriones , confundidos entre de su unidad . Al salir del túnel lo primero que llamó mi atención fue Bartolomé . Se hallaba en pie , asistido por Juan y llorando desconsoladamente . Al verme se echó en mis brazos , suplicando perdón . Atónito , traté de comprender . Pero la zozobra del << oso >> era tal que no pudo responder a mis preguntas . El Zebedeo , indicándome el grupo de jinetes que corría por el polvoriento camino , en dirección a Caná , me resumió el problema :
- Le han robado el cordero ...
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Juan , en el límite de su paciencia , cerró los ojos y , de espaldas a los ácidos felah , comenzó a golpear con el puño izquierdo la plancha de madera que cubría las ánforas . El ritmico golpeteo parecía el presagio de un iminente y temible estallido de ira por parte del dolorido discípulo . Y la Señora , prudentemente , le suplicó cordura .
Pero algo imprevisto estaba a punto de modoficar , cuando menos temporalmente , la agria y comprometida situación en el interior de la posada . ...
En unn primer momento , el vocerío reinante en la sala impidió distinguir lo que estaba sucediendo en el exterior . Fue la presencia de uno de los soldadosm , recortándose en la claridad de la puerta , la que movilizó a los oficiales de la turma , imponiendo el silencio entre los comensales . Fue entonces cuando escuchamos aquellos desaforados gritos , en petición de socorro . Procedían del corral o , quizá , del túnel . Juan y la Señora los identificaron al punto . Yo , honradamente , no supe de quién se trataba . Y el Zebedeo se precipitó hacia el patio , seguido de Marían y de quien esto escribe . Algunos dem los huéspedes , movidos por la curiosidad , nos imitaron . El corral se hallaba desierto . La patrulla , evidentemente , había acudido en auxilio del autor de los alaridos . Al final del pasadizo me pareció reconocer a varios de los decuriones , confundidos entre de su unidad . Al salir del túnel lo primero que llamó mi atención fue Bartolomé . Se hallaba en pie , asistido por Juan y llorando desconsoladamente . Al verme se echó en mis brazos , suplicando perdón . Atónito , traté de comprender . Pero la zozobra del << oso >> era tal que no pudo responder a mis preguntas . El Zebedeo , indicándome el grupo de jinetes que corría por el polvoriento camino , en dirección a Caná , me resumió el problema :
- Le han robado el cordero ...
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
puede comentar todas las personas que lo deseen , con educación y respeto