sábado, 9 de enero de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario ( 88 )

Por último , tras inmovilizar la extremidad superior , provocó una minúscula herida incisa en la piel del antebrazo . Unas gotas de sangre  , procedentes de los capilares  , amanecieron al momento entre la abundante vellosidad . La hemostasia ( coagulación ) no se hizo esperar . Y Meir  , lanzando un suspiro  , se dejó caer , sentándose  sobre los talones . Observó a Bartolomé  y , dirigiéndose a la mujer , formuló una pregunta que , por supuesto , nadie supo clarificar .
- ¿ Diarreas ?
María titubeó . y el anciano , descubriendo las piernas de Natanael , exploró el estado de su saq o taparrabo. Negó con la cabeza y , palmeando cariñosamente el rostro del discípulo , comentó divertido:
- Parece que has tenido suerte ... << tapón de cuba >> .
Los ojos de María  se iluminaron . Y Meir  , alza´ndose , se dirigió al rincón en el que permanecía el Zebedeo . La Señora , entonces , arrodillándose , situó la cabeza del herido sobre su regazó , acariciando sus cabellos e invitándole a descansar . Aunque una taquicardia parecía  descartada por el momento , la quietud resultaba  muy aconsejable , en orden , sobre todo , a evitar el aumento de absorción producida por la vasodilatación . Y comido por la curiosidad traté de de conocer los siguientes movimientos del rofé . El el ángulo parpadeaba  rojizo un horno de ladrillo  de ocho fuegos  . En uno de ellos  , al cuidado de Juan  , bullía una marmita de cobre . El anciano , complacido alte el hervor del agua  , indicó al Zebedeo que permaneciera vigilante  , evitando que se apagaran las llamas  . Acto seguido le interrogó sobre los restos de víbora  . Y señalando hacia María  , le hizo ver que era ella  quien los había recogido . La Señora , a su vez , remitió al anciano a este desolado explorador . Y digo bien : desolado porque el manojo de lirios  que envolvía  al ofidio había desaparecido . Lo más probable  es que se hubiera desprendido del ceñidor en la caída  junto a los huertos de granados . Mis excusas fueron entendidas y aceptadas por María y el << auxiliador >> . Juan , en cambio , profundamente dolido con aquel << farsante >> , resucitó su cólera  , descargando una cruel intolerancia para conmigo .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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