Por último , tras inmovilizar la extremidad superior , provocó una minúscula herida incisa en la piel del antebrazo . Unas gotas de sangre , procedentes de los capilares , amanecieron al momento entre la abundante vellosidad . La hemostasia ( coagulación ) no se hizo esperar . Y Meir , lanzando un suspiro , se dejó caer , sentándose sobre los talones . Observó a Bartolomé y , dirigiéndose a la mujer , formuló una pregunta que , por supuesto , nadie supo clarificar .
- ¿ Diarreas ?
María titubeó . y el anciano , descubriendo las piernas de Natanael , exploró el estado de su saq o taparrabo. Negó con la cabeza y , palmeando cariñosamente el rostro del discípulo , comentó divertido:
- Parece que has tenido suerte ... << tapón de cuba >> .
Los ojos de María se iluminaron . Y Meir , alza´ndose , se dirigió al rincón en el que permanecía el Zebedeo . La Señora , entonces , arrodillándose , situó la cabeza del herido sobre su regazó , acariciando sus cabellos e invitándole a descansar . Aunque una taquicardia parecía descartada por el momento , la quietud resultaba muy aconsejable , en orden , sobre todo , a evitar el aumento de absorción producida por la vasodilatación . Y comido por la curiosidad traté de de conocer los siguientes movimientos del rofé . El el ángulo parpadeaba rojizo un horno de ladrillo de ocho fuegos . En uno de ellos , al cuidado de Juan , bullía una marmita de cobre . El anciano , complacido alte el hervor del agua , indicó al Zebedeo que permaneciera vigilante , evitando que se apagaran las llamas . Acto seguido le interrogó sobre los restos de víbora . Y señalando hacia María , le hizo ver que era ella quien los había recogido . La Señora , a su vez , remitió al anciano a este desolado explorador . Y digo bien : desolado porque el manojo de lirios que envolvía al ofidio había desaparecido . Lo más probable es que se hubiera desprendido del ceñidor en la caída junto a los huertos de granados . Mis excusas fueron entendidas y aceptadas por María y el << auxiliador >> . Juan , en cambio , profundamente dolido con aquel << farsante >> , resucitó su cólera , descargando una cruel intolerancia para conmigo .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
- ¿ Diarreas ?
María titubeó . y el anciano , descubriendo las piernas de Natanael , exploró el estado de su saq o taparrabo. Negó con la cabeza y , palmeando cariñosamente el rostro del discípulo , comentó divertido:
- Parece que has tenido suerte ... << tapón de cuba >> .
Los ojos de María se iluminaron . Y Meir , alza´ndose , se dirigió al rincón en el que permanecía el Zebedeo . La Señora , entonces , arrodillándose , situó la cabeza del herido sobre su regazó , acariciando sus cabellos e invitándole a descansar . Aunque una taquicardia parecía descartada por el momento , la quietud resultaba muy aconsejable , en orden , sobre todo , a evitar el aumento de absorción producida por la vasodilatación . Y comido por la curiosidad traté de de conocer los siguientes movimientos del rofé . El el ángulo parpadeaba rojizo un horno de ladrillo de ocho fuegos . En uno de ellos , al cuidado de Juan , bullía una marmita de cobre . El anciano , complacido alte el hervor del agua , indicó al Zebedeo que permaneciera vigilante , evitando que se apagaran las llamas . Acto seguido le interrogó sobre los restos de víbora . Y señalando hacia María , le hizo ver que era ella quien los había recogido . La Señora , a su vez , remitió al anciano a este desolado explorador . Y digo bien : desolado porque el manojo de lirios que envolvía al ofidio había desaparecido . Lo más probable es que se hubiera desprendido del ceñidor en la caída junto a los huertos de granados . Mis excusas fueron entendidas y aceptadas por María y el << auxiliador >> . Juan , en cambio , profundamente dolido con aquel << farsante >> , resucitó su cólera , descargando una cruel intolerancia para conmigo .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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