Una y otra vez , por espacio de quince o veinte minutos , Juan de Zebedeo repitióla frenética succión bucal . Ignoro si fue consciente de lo decisivo de su acción pero , a juzgar por los resultados , a pesar de los riesgos de infección que conlleva siempre este procedimiento , una notable dosis de veneno fue rescatada , reduciendo la toxicidad local y general . No puedo estar seguro pero , en mi opinión , Natanael conservó la vida gracias a su amigo . El problema , en aquellos cruciales momentos , era averiguar cuánto veneno se había difundido hacia el antebrazo y que vasos - danguíneos o linfáticos - podían verse afectados . Las próximas seis horas resultarían decisivas . Si Bartolomé escupía sangre era señal de que el veneno había circulado por el cuerpo , arrasando órganos internos , tales como pulmones , intestino , etc . En ese fatídico supuesto , dado que no estaba autorizado a suministrarle uno de los antivenenos que figuraba obligatoriamente en mi << farmacia de campaña >> , la evolución del envenenamiento era impredecible .
Cuando el Zebedeo , despues de inspeccionar minuciosamente los últimos salibazos , estimó que las succiones sólo arrastraban sangre , se hizo con el pañolón que le servía de << sudario >> , practicando un rústico torniquete a unos diez centímetros en sentido proximal a la mordedura . El aspecto del << oso >> era preocupante . A la palidez y las náuseas se unieron frecuentes convulsiones y algunas << petequias >> o pequeñas manchas en la piel de la mano , formadas por la efusión de sangre . El Zebedeo le animó a levantarse . Pero su debilidad y el shock no se lo permitieron . Me ofrecí a ayudarles . Juan , inflexible , me rechazó , ordenando que le entregara el odre del agua . Así lo hice . María , visiblemente preocupada , susurró algunas palabras de aliento al oído de Natanael , restando importancia a lo ocurrido . Su tacto y prudencia eran encomiables . En tales circunstancias , el proceder más sensato era justamente ése , tranquilizando a la víctima y propiciando que se << olvidase >> de la herida . El << oso >> bebió abundantemente y , casi a empujones , terminó por ponerse en pie . Y el Zebedeo , pasando el brazo derecho del inseguro y doliente vecino de Caná sobre su nuca , cargó con él , emprendiendo el camino de la aldea .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Cuando el Zebedeo , despues de inspeccionar minuciosamente los últimos salibazos , estimó que las succiones sólo arrastraban sangre , se hizo con el pañolón que le servía de << sudario >> , practicando un rústico torniquete a unos diez centímetros en sentido proximal a la mordedura . El aspecto del << oso >> era preocupante . A la palidez y las náuseas se unieron frecuentes convulsiones y algunas << petequias >> o pequeñas manchas en la piel de la mano , formadas por la efusión de sangre . El Zebedeo le animó a levantarse . Pero su debilidad y el shock no se lo permitieron . Me ofrecí a ayudarles . Juan , inflexible , me rechazó , ordenando que le entregara el odre del agua . Así lo hice . María , visiblemente preocupada , susurró algunas palabras de aliento al oído de Natanael , restando importancia a lo ocurrido . Su tacto y prudencia eran encomiables . En tales circunstancias , el proceder más sensato era justamente ése , tranquilizando a la víctima y propiciando que se << olvidase >> de la herida . El << oso >> bebió abundantemente y , casi a empujones , terminó por ponerse en pie . Y el Zebedeo , pasando el brazo derecho del inseguro y doliente vecino de Caná sobre su nuca , cargó con él , emprendiendo el camino de la aldea .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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