Entre maldiciones , la mayor parte dirigida a este explorador , Juan colocó la mano del << oso >> sobre su rodilla izquierda . Y haciéndose con el gladius escupió sobre la punta , limpiándola con el filo de la túnica . Ordenó a la mujer que sujetara la muñeca del compañero y , sin pérdida de tiempo , practicó una incisión lineal sobre las huellas de la mordedura , sobrepasándola ligeramente e hiriendo hasta una profundidad de unos 0,5 centímetros . Bartolomé , aunque amodorrado , reacionó y , con claros problemas de dicción , pidió a su compañero que utilizase << la piedra >> . Y el Zebedeo , cayendo en la cuenta de su error , profirió un nuevo exabruto , culpándome de su despiste . Y mientra María rebuscaba afanosamente en el petate de viaje de Natanael , el << hijo del trueno >> , ciego de ira , fue a clavarsu espada entre mis sandalias , fulminándome con la mirada .
La aparición de una piedra negra , de unos diez centímetros y de naturaleza volcánica en las temblorosas manos de la Señora cortó , momentaneamente , la peligrosa violencia del Zebedeo . Una vilencia que , por supuesto , disculpé . Aquel cimbreante gladius , a mis pies , representaría la definitiva ruptura entre la mayor parte de los << íntimos >> y el << griego de Tesalónica >>...
Aquellos hombres , que conocían a la perfección los peligros de los caminos de Israel , viajaban preparados para estas y otras contingencias . La misteriosa piedra negra era buena prueba de ello .
Juan la tomó en sus manos y situándola sobre las marcas de los dientes friccionó con fuerza la zona , escoriando la sangrante piel . Acto seguido , inclinándose sobre la herida , succionó enérgicamente , escupiendo una mezcla de sangre y de líquido amarillento . En este último reconocí el veneno de víbora .
Instintivamente pensé en la boca del Zebedeo . Pero me contuve . En aquellas circunstancias no hubiera escuchado siquiera mis consejos . Si su lengua o encías , por ejemplo , presentaban alguna lesión abierta , el veneno succionado podría ingresar en su organismo , compartiendo los riesgos de su compañero . A primera vista no parecía el caso . ( Si el veneno era ingerido involuntariamente y pasaba al estómago , aquél resultaba neutralizado. )
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
La aparición de una piedra negra , de unos diez centímetros y de naturaleza volcánica en las temblorosas manos de la Señora cortó , momentaneamente , la peligrosa violencia del Zebedeo . Una vilencia que , por supuesto , disculpé . Aquel cimbreante gladius , a mis pies , representaría la definitiva ruptura entre la mayor parte de los << íntimos >> y el << griego de Tesalónica >>...
Aquellos hombres , que conocían a la perfección los peligros de los caminos de Israel , viajaban preparados para estas y otras contingencias . La misteriosa piedra negra era buena prueba de ello .
Juan la tomó en sus manos y situándola sobre las marcas de los dientes friccionó con fuerza la zona , escoriando la sangrante piel . Acto seguido , inclinándose sobre la herida , succionó enérgicamente , escupiendo una mezcla de sangre y de líquido amarillento . En este último reconocí el veneno de víbora .
Instintivamente pensé en la boca del Zebedeo . Pero me contuve . En aquellas circunstancias no hubiera escuchado siquiera mis consejos . Si su lengua o encías , por ejemplo , presentaban alguna lesión abierta , el veneno succionado podría ingresar en su organismo , compartiendo los riesgos de su compañero . A primera vista no parecía el caso . ( Si el veneno era ingerido involuntariamente y pasaba al estómago , aquél resultaba neutralizado. )
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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