Si la mordedura era grave , como así parecía , el discípulo podía fallecer . Si alguno de los vasos de la mano habá resultado dañado por la acometida , el veneno podía afectar al mecanismo de coagulación de la sangre . Un efecto particularmente notorio en el empozoñamiento viperino . Estas lesiones , por otra parte , dependiendo de la resistencia de la víctima y otros factores , podían acarrear un fallo cardíaco o respiratorio .
Aquélla fue otra batalla interna . Como médico , mi deber era auxiliar . Como miembro de Caballo de Troya , mi obligación estaba perfectamente trazada ; observar, absteniéndome de intervenir en los sucesos que pudieran modificar el natural devenir de la existencia humana o de los grupos sociales de aquel << otro ahora >> . Aunque sólo fuera a título de hipótesis - los evangelios no son claros en este aspecto - , yo intuía que Bartolomé remontaría la crisis , hallandose presente en los futuros acontecimientos de la llamada << ascensión >> de Jesús , así como en la fiesta de Pentecostés . Aun así , una vez más , fui fiel a lo establecido . Y retirando mis manos de la extremidad superior del discípulo , cuyos tejidos subcutáneo , afectado por el veneno , había empezado a decolorar la piel , tomé la firme y penosa decisión de no actuar , al menos hasta que no apreciara una evolución favorable .
El Zebedeo , perplejo , me interrogó con la mirada . Natanael seguía gimiendo , presa del dolor y , lo que era peor , del miedo . ( Se han dado casos de personas atacadas por serpientes venenosas que han fallecido a raíz de un fallo vasomotor , inducido por el terror . ) Por toda respuesta me limité a negar con la cabeza . Y Juan , malinterpretando el gesto como un << no hay nada que hacer >> , estalló , apartándome de un empujón .
- ¡ Maldito pagano ! ... ¡ Eres un farsante !
La Señora bajó los ojos , compartiendo - no lo sé muy bien - la justificada indignación del Zebedeo . Y yo , herido en lo más profundo , vi cómo se repetía la embarazosa situación vivida en la caravana mesopotámica .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio martinez
Aquélla fue otra batalla interna . Como médico , mi deber era auxiliar . Como miembro de Caballo de Troya , mi obligación estaba perfectamente trazada ; observar, absteniéndome de intervenir en los sucesos que pudieran modificar el natural devenir de la existencia humana o de los grupos sociales de aquel << otro ahora >> . Aunque sólo fuera a título de hipótesis - los evangelios no son claros en este aspecto - , yo intuía que Bartolomé remontaría la crisis , hallandose presente en los futuros acontecimientos de la llamada << ascensión >> de Jesús , así como en la fiesta de Pentecostés . Aun así , una vez más , fui fiel a lo establecido . Y retirando mis manos de la extremidad superior del discípulo , cuyos tejidos subcutáneo , afectado por el veneno , había empezado a decolorar la piel , tomé la firme y penosa decisión de no actuar , al menos hasta que no apreciara una evolución favorable .
El Zebedeo , perplejo , me interrogó con la mirada . Natanael seguía gimiendo , presa del dolor y , lo que era peor , del miedo . ( Se han dado casos de personas atacadas por serpientes venenosas que han fallecido a raíz de un fallo vasomotor , inducido por el terror . ) Por toda respuesta me limité a negar con la cabeza . Y Juan , malinterpretando el gesto como un << no hay nada que hacer >> , estalló , apartándome de un empujón .
- ¡ Maldito pagano ! ... ¡ Eres un farsante !
La Señora bajó los ojos , compartiendo - no lo sé muy bien - la justificada indignación del Zebedeo . Y yo , herido en lo más profundo , vi cómo se repetía la embarazosa situación vivida en la caravana mesopotámica .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio martinez
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