lunes, 26 de diciembre de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 7 - 18 de octubre , jueves ( 6 )

Las habitaciones elegidas , contiguas , fueron la 39,40 y 41 . Como las cuarenta y ocho que formaban la comunidad , presentaban el correspondiente número , pintado toscamente sobre las endebles maderas de las puertas . No había reglas , contratos ni normativas . Las únicas leyes respetadas eran las del dinero y las del miedo . Cuanto más abajo en la insula , más respetados . Los inquilinos de la primera planta abonaban alrededor de veinte denarios por una habitación sencilla . El alquiler de una tienda o << taberna >> , como dije , podía alcanzar los doscientos denarios de plata , dependiendo de la superficie y de los artículos vendidos . No era lo mismo un negocio de amuletos contra el mal de ojo que una panadería . Cuanto más exótica fuera la mercancia , más alto el arrendamiento.
El << portero >> nos proporcionó las incómodas llaves y , tras quedarnos solos , procedimos a una nueva inspección.
La 39 , tan pequeña como las restantes ( apenas veinte metros cuadrados ) , disponía de una litera triple , pegada al muro de la izquierda . Este tipo de cama , << impuro >> para los ortodoxos o legalistas judíos , hacía furor también en el imperio . Los inventores , al parecer , fueron los bárbaros del norte . La cuestión es que , bajo cuerda , muchos judíos , más pendientes de la rentabilidad de sus negocios que de Dios , introducían estos armazones de dos y tres plazas , haciendo más atractivo el alquiler de las habitaciones . De no disponer de estos << revolucionarios catres >> , las familias se veían en la necesidad de descansar en el suelo . Los fondos o somieres eran igualmente de tablas . Tendríamos que adquirir algunos ededrones .
Eso era todo . En el centro del piso había sido practicada una concavidad de unos cuarenta centímetros de diámetro y poco más de quince de profundidad que servía de << estufa >> y hogar . El hueco se llenaba de madera o carbón . En invierno , cuando sólo quedaban las brasas , se tapaba con un recipiente o con una tabla , lo que mantenía la estancia relativamente caldeada . El sistema resultaba tan asfixiante como peligroso , y obligaba a mantener las ventanas abiertas . Un par de hornacinas en las paredes , con sendas lucernas o lámparas de aceite , completaban la << decoración>> . Si deseábamos asearnos , deberíamos acudir a las tabernae y comprar lo necesario . Ëse fue el consejo de Taqa , que nos recomendó su propio negocio , como era de esperar ...
 Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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