martes, 27 de diciembre de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 7 - 18 de octubre , jueves ( 10 )

Continuamos examinando la mercancía . Había de todo : legumbres de Guinosar, frutas de la alta Galilea , corderos de la Judea , de Siria y del este de la Decápolis , especias y flores del valle del Jordán y un rico y surtido de pescado fresco del yam , recién capturado.
Eliseo se detuvo en uno de los puestos de flores y , tras examinar el género , permaneció pensativo . ¿ Qué pretendía ?
Finalmente tomó un apretado ramillete de anémonas coronarias azules y blancas - los célebres lirios del campo cantados por Mateo , el evangelistas - y abonó el importe .Ni siquiera me miró . Guardó las flores cuidadosamente y proseguimos entre los escandalosos vendedores . Todos nos reclamaban , mostrando las húmedas tilapias , las enormes cebollas de los huertos de Migdal y Gadara , o las ensangrentadas cabezas de los puercos cebados en las cercanas colinas de la orilla oriental del lago . Unos pisaban la palabra a los otros , pujando por reclamar nuestra atención . Y se mesaban cabellos y barbas cuando pasábamos de largo . Detrás quedaban los << precios más irrisorios >> , los productos << más sabrosos >> y , de vez en cuando , las obligadas maldiciones , condenándonos al fuego del seol o a las minas de sal del mar Muerto . Todo normal ...
Y me pregunté : ¿ cuáles eran las intenciones del ingeniero ? Él sabía - o debía saber - que los hombres no regalaban flores a las mujeres , al menos entre los judíos y en aquel tiempo . Pero ¿ por qué suponía que los lirios estaban destinados a una mujer ? ¿ Quizá a la Señora ? ¿ Eran para las hijas?
Poco faltó para que lo interrogase . Sin embargo , me contuve . Tampoco debía invadir la escasa intimidad de que disfrutábamos . Si él no daba el primer paso , yo no le preguntaría .
Creo que ahí empezaron nuestros << problemas >> . Mejor dicho , nuestro << problema >>.
Pero dejemos que los acontecimientos sigan su curso natural ...
Ocurrió al detenerse en uno de los  tenderetes  . Eliseo prosiguió , distanciándose unos metros .
El tendero ofrecía un excelente surtido de ánades . Examiné los patos , ya desplumados y listos para cocinar . Los había del tipo rabudo , de cuello delgado , y real , de considerable envergadura y patas grandes .. El Galileo me observó , animandome a comprar el ánade real , más sabroso y , logicamente , más caro .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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