sábado, 31 de diciembre de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 7 - 19 de octubre , viernes ( 7 )

Los Zebedeo sólo construían barcos por encargo . El astillero disponía de una colección de modelos en miniatura , de unos treinta centímetros , labrados en madera y sobre los que elegía el comprador . Las variantes no eran muchas . El futuro dueño aportaba la sugerencias oportunas y el << patrón >> y los carpinteros de ribera ( socios del Zebedeo ) se reunían y estudiaban la propuesta . Generalmente construían embarcaciones de carga , las más rentables , y , de tarde en tarde , barcos de pesca , siempre más refinados y costosos . En aquellos momentos , al incorporarnos al mézah  , trabajaban en dos << pesqueros >> y en la reparación de cinco << cargueros >> . Ninguno superaba los quince metros de eslora .
En el extremo norte del << rectángulo >> , al otro lado del lago , había sido dispuesto el depósito de madera . Una o dos veces al año , los trabajadores del astillero acudían a los bosques vecinos ( casi siempre a la Gaulanitis ) y procedían a la necesaria tala de robles , sauces , alisos y pinos , entre otros ejemplares . El conocimiento de la madera por parte de aquellas gentes era muy amplio . No era de extrañar . Se trataba de la matería prima . La cuidaban y mimaban sin cesar .
Una vez en el varadero , los operarios separaban las cortezas de los troncos recién talados y las reunían en grandes montones , con las caras internas hacia tierra . De esta forma protegían los taninos de las lluvias y del viento . Este producto - el tanino - era otra de las fuentes de riqueza del mézah . Sus elementos químicos naturales evitaban la podredumbre de las pieles y las transformaban en excelentes cueros , flexibles y duraderos . El roble era el árbol selecionado para este menester.
A continuación se procedía al secado de la madera , un proceso delicado que exigía una permanente atención y , como digo , un profundo conocimiento de cada árbol . En ocasiones se ahumaba , embelleciéndola y favoreciendo el secado . Lo normal , sin embargo , era extraer la corteza , aserrarla y apilarla durante el tiempo necesario , según el árbol y la finalidad . La mayor parte de la corteza era vendida como combustible o aprovechada para las << estufas >> y los hornos del varadero . Si el encargo lo requería , la madera podía ser secada de forma artificial , bien enterrándola en estiercol , cenizas o barro , bien sumergiéndolas en agua corriente ( si el cliente lo reclamaba , se recurría a los baños de sebo y al agua con cal ) . La teca , por ejemplo , permanecía dos o tres años bajo tierra .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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