lunes, 21 de septiembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 2 - 11 de abril , martes , al 14 , viernes ( 1 )

De aquellos días - del martes al viernes - guardo un recuerdo dulce y sereno . En nuestras ajetreadas aventuras  , tanto en las que yo había vivido hasta ese momento como en las que nos deparaba el destino a Eliseo y a quien esto escribe  , los días transcurridos en la aldea de Betania  fueron los únicos  de cierto reposo . E hicimos bien en disfrutrar de ellos y en reponer fuerzas . Lo que nos esperaba  a partir del lunes , 17 de ese mes de abril , iba a ser tan agotador  como imprevisto . Pero vayamos paso a paso , según mi costumbre .
Ajustándonos a lo establecidoen el plan de Caballo de Troya , apenas hecha la claridad en aquella mañana del del martes , 11 de abril , me puse en camino . Las cuatro  o cinco horas de sueño no habían sido suficientes  , pero me di por satisfecho con el desayuno << a la americana >> que , solícito como una madre , tuvo a bien prepararme mi hermano . El café y las patatas - desconocidos en aquel tiempo en Israel - fueron una bendición .
Y con los lienzos mortuorios prudentemente ocultos bajo mi túnica , me encaminé hacia la quebrada donde habían sido arrojados por el siervo del Sanedrín .
La climatologían no varió en aquellas horas . El viento racheado del este seguía  soplando pertinaz  , doblando las columnas de humo de los animales sacrificados en el Templo, tiznando y apestando la ciudad con un desagradable tufo a carne quemada .
En esta ocasión - a plena luz del día -, el descenso por la falda  occidental del Olivete  y el cruce  del desfiladero del Cedrón , no revistieron el peligro de mi primera incursión  , en la madrugada del domingo . Bordeé  la ciudad por la muralla  norte  y cuando me hallaba  relativamente próximo al bosquecillo de algarrobos  - cuyas encendidas flores  rojas me sirvieron de guía  y referencia -, experimenté  una típica sensación  . Me volví , pero no vi nada sospechoso  . Y encogiendome de hombros  reanudé  la marcha . Sin embargo , el extraño desasosiego - como si alguien me siguiera - no desapareció . Temeroso de que pudiera  tratarse de algún esbirro del sanedrín  o , incluso , un << agente >> del procurador  , llegué a ocultarme  entre la maleza  , dispuesto a salir  de dudas.
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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