miércoles, 16 de septiembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del mayor - Tomo 2 - 10 de abril , lunes ( 6 )

En el muro orientado al sur  - en el extremo opuesto al que escondía  la salida del pasadizo - habían sido practicados  unos estrechos y altos ventanales  , cerrados con vidrieras  , desde los que se podía contemplar  el Santuario del Templo y buena parte de la explanada de los gentiles . Entre estas casi troneras  y el surtidor se alineaban tres mesas  de marfil , muy bajas , y repletas de manjares  que , en un primer vistazo , no identifiqué  . Más que mesas  parecían arquetas  . Y a un lado , una alta y bellisima  lámpara de pie , de alabastro translúcido , rematada por tres flores  de loto en las que ardían otras tantas mechas de aceite . Poco a poco , conforme fui curioseando , observé que el procurador  - o quizá su mujer  - sentían una especial atracción por los muebles y adornos egipcios  . Enj el muro oeste  , elevados  sobre sendas peanas , se exibian - en el centro - un prodigioso barco faraónico , en papiro y con incustracciones  de piedras multicolores y , a uno y otro lado , dos cabeceras funerarias  , también de origen egipcio . La de la izquierda , plegable  y en marfil , adornada con dos cabezas del genio protector Bes . La otra  , una valiosisima  pieza de pasta  vítrea azúl opaca  , con un friso de, oro decorado con los dos signos repetidos  de la vida divina .
Entusiasmado con estos posibles vestigios  del reinado de Tutankhamen - que no lograba entender  cómo habían llegado a poder del gobernador  - no me percaté  de la presencia dee Poncio .
Civilis me tocó con su uitus y , al punto  , me volví , descubriendo a un pilato rejuvenecido y jovial , que me saludaba  brazo en alto . Le correspondí con una leve inclinación de cabeza  y , rechazando todo protocolo  , se vino hacia  mí , zarandeándome  por los brazos  y burlándose  de mis << correrías  mañaneras  por los montes de Jerusalén >>. Estaba claro que el obeso Poncio había sido puesto al corriente  por su fiel comandante ...
- Así que has visto el sepulcro vacío ...
Pilato , que lucía  un hermoso manto color jacinto , arrollado al tronco en varias vueltas y una túnica  de lana hasta los pies , no esperó mi posible respuesta  . Con sus azules y << saltones >> ojos fijos en la cabecera funeraria que yo acababa  de admirar , murmuró para sí :
- ¡ Única  ! ... ¿ Te gusta , Jasón ?
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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