miércoles, 1 de junio de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - del 4 al 14 de mayo ( 115 )

Al lado del curtido y experimentado primipilus , aquel bisoño era una criatura . Un remedo de soldado que , cierto modo , alivió la insoportable peste de los excrementos de cocodrilo que aplastaban el hinchado rostro del psicópata  . Y digo esto porque el tal Vedio lucía otro de los << maquillajes  >> de moda entre los privilegiados del imperio . Sobre una peluca de pelo de caballo , teñida en un rabioso escarlata , presentaba una blanca pirámide de sebo de veinte centímetros de altura  , << rellena >> múltiples betas de mirra anaranjada . Por supuesto , la función de tan insólito tocado estabaperfectamente estudiada . Al calor de las antorchas y de la templada noche , el cono , terminaba por derretirse y grasa y perfume resbalaban por rostro y túnica , axfisiando el ambiente con una penetrante fragancia .
Y el amanerado jovencito , como decía , se dejó caer con dificultad sobre el blanco y crujiente pavimento . Y sin mediar palabra introdujo la mano bajo la túnica de uno de los esclavos que nos atendían . En aquel momento deseé abandonar el triclinium y la ciudad . Pero el Destino no había pasado la página de aquella borrascosa jornada .
Y redoblando la guardia fui a situarme a la cabecera del << sofá >>
Civilis intercambió unas frases con los << priores >> y , presuroso , se dirigió a la salida del gar comedor .
La marcha del primipilus no pasó por alto a los << saltones >> y enrojecidos ojos del gobernador . Y con una media lengua , hipotecada por el alcohol , estalló :
- ¡ Ramera ! ....  Esa zorra cree que no estoy al tanto ...
Vedio giró la cabeza bruscamente , buscando la clave del exabruto . Y sebo y mirra salpicaron los desnudos pies de Poncio . Pero el jefe de los centuriones había traspasado ya el portón  de bronce .
El gobernador se arqueó por encima del cargado vientre y recogió las gotas de maquillaje  con las yemas de los dedos . E introduciéndolas en la boca comprobó el sabor . Despues , mostrando la negra dentadura , arremetió como un búfalo :
 ¡ Sabe a leprosa !...
Me indigné .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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