lunes, 28 de diciembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario ( 25 )

El intenso tráfico de hombres y caravanas la habían descarnado . El piso , de tierra prensada , presentaba un interminable tinte negruzco , fruto de los orines y evacuaciones de las caballerías . Era una lástima  que los hábiles constructores romanos hubieran despreciado aquella importante arteria . Una << carretera >> - procuré no olvidarlo - por la que había caminado el Maestro en multitud de ocasiones .
No me cansaré de cantarlas excelencias de aquella región . La Galilea de hoyn es un demacrado reflejo de la que nos tocó recorrer en aquel tiempo . Incluso el cántico del exagerado Flavio Josefo sobre dicha tierra  se queda corto y empobrecido . Daba igual la dirección que eligiera . Los campos , valles o laderas  se hallaban mimosas  y exhaustivamente cultivados . Al dejar atrás el inmenso olivar surgieron ante mi , a la derecha  e izquierda  de la carretera  , perdiéndose en la distancia  , apretados  campos de trigo y de cebada , a punto de sazón el primero y dispuesta para la siega la segunda . Y más allá  de los ondulantes trigales , coronando colinas , nuevos olivares , perfectamente  alineados  , que difuminaban el rojo arcilloso del terreno  . Y en el horizonte  , por encima del nivel de los rescientos metros  , las benéficas masas verdiazuladas de los bosques de robles  , algarrobos  , terebintos  y pinos de Alepo. .Ésta era de las claves de la magninificiencia  de la alta y de la baja Galilea  : los innumerables y espesos bosques  , entre los que sobredalían  tres especies de robles ( dos pertenecientes al común siempreverde y el gigantesco , anciano y venerado roble del Tabor ) . El régimen conbinado de lluvias ( más abundantes entre octubre - noviembre  y marzo - abril ) y la fiely artesana química de las masas forestales propiciaba toda suerte de manantiales y corrientes subterráneas que los naturales supieron hacer suyos . Las nieves acumuladas en la cadena montañosa del Hermón ( actual Líbano ) , emplazada a 53 kilómetros de la primera de las desembocaduras del Jordán , en el lago de Tiberíades , constituían un tesoro seguro e impagable del que se beneficiaba toda la región  . A diferencia  de la Judea , cuya << piel era el desierto >> , Galilea difícilmente supo de la sequía  y del hambre .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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