martes, 29 de diciembre de 2015

Caballo de Troya - El diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario ( 32 )

Lo que no supieron decirme  fue el motivo de dicha paralización . El paraje no parecia el idóneo para abrevar a las bestias . Tampoco la hora , rozando las diez de la mañana  , resultaba lógica para plantar el obligado campamento nocturno . Salvo contadas excepciones  , caravanas y caminantes evitaban desplazarse durante la noche .
El hecho de tener que abrirse paso entre aquellas gentes  desconocidas no complació a mis amigos  . Y con el gesto grave  , casi malhumorado  , reanudaron el avance  , discutiendo a la alternativa de rodearles . Finalmente desistieron , A buen seguro  , los felah que segaban en las proximidades  no habrían aprobado la desconsiderada  opción de pisotear los trigales . Lástima .... de haber esquivado la caravana  , todos nos hubiéramos  ahorrado algunos sinsabores .
El Comboy llevaba nuestra dirección . Y a punto de dar alcance  a los espectaculares dromedarios que cerraban la abigarrada y extensa comotiva  , la Señora  y los discípulos  , en un gesto casi mecánico , echaron mano de sus respectivos mantos  , cubriéndose  las cabezas  y rostros . Al principio lo interpreté como un medio para pasar inadvertidos . Pero , conforme empezamos a sortear a los animales  , comprendí la razón del súbito embozo  . Aquella variedad blanca de dromedarios  , los asnos  y los parsimoniosos búfalos de cuernos en forma de media luna viajaban << escoltados >> por sendas y zumbadoras nubes de moscas  , tan molestas como peligrosas . A pesar de la protección de la << piel de serpiente >> me apresuré a imitarles  . La picadura de uno de estos tabánidos , en especial del Loa loa , podía acarrear enfermedades  - caso de la filariasis - Que debíamos evitar a toda costa .
Aunque había tenido la oportunidad de contemplar otras caravanas en los alrededores de Jerusalén y en el camino de Betania , ésta era la primera vez que me aventuraba  en el mismísimo corazón de uno de estos singulares grupos .
Quedé aturdido . El tufo acre de las bestias ; el rebuzno de los asnos  ; la negra y pertinaz  geometría  de los dípteros  , inutil y pacientemente  acosados por las colas  de los cuadrúpedos  ; el balido de los rebaños  de cabras de grandes y caídas orejas ; el vocerío de los caravaneros  y las órdenes de los << escoltas >> - hombres y jovencitos -, manteniendo en línea al medio cenenar de dromedarios , dibijaban un cuadro variopinto , fascinante y , para un lego como yo , aparentemente caótico.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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