Lo que no supieron decirme fue el motivo de dicha paralización . El paraje no parecia el idóneo para abrevar a las bestias . Tampoco la hora , rozando las diez de la mañana , resultaba lógica para plantar el obligado campamento nocturno . Salvo contadas excepciones , caravanas y caminantes evitaban desplazarse durante la noche .
El hecho de tener que abrirse paso entre aquellas gentes desconocidas no complació a mis amigos . Y con el gesto grave , casi malhumorado , reanudaron el avance , discutiendo a la alternativa de rodearles . Finalmente desistieron , A buen seguro , los felah que segaban en las proximidades no habrían aprobado la desconsiderada opción de pisotear los trigales . Lástima .... de haber esquivado la caravana , todos nos hubiéramos ahorrado algunos sinsabores .
El Comboy llevaba nuestra dirección . Y a punto de dar alcance a los espectaculares dromedarios que cerraban la abigarrada y extensa comotiva , la Señora y los discípulos , en un gesto casi mecánico , echaron mano de sus respectivos mantos , cubriéndose las cabezas y rostros . Al principio lo interpreté como un medio para pasar inadvertidos . Pero , conforme empezamos a sortear a los animales , comprendí la razón del súbito embozo . Aquella variedad blanca de dromedarios , los asnos y los parsimoniosos búfalos de cuernos en forma de media luna viajaban << escoltados >> por sendas y zumbadoras nubes de moscas , tan molestas como peligrosas . A pesar de la protección de la << piel de serpiente >> me apresuré a imitarles . La picadura de uno de estos tabánidos , en especial del Loa loa , podía acarrear enfermedades - caso de la filariasis - Que debíamos evitar a toda costa .
Aunque había tenido la oportunidad de contemplar otras caravanas en los alrededores de Jerusalén y en el camino de Betania , ésta era la primera vez que me aventuraba en el mismísimo corazón de uno de estos singulares grupos .
Quedé aturdido . El tufo acre de las bestias ; el rebuzno de los asnos ; la negra y pertinaz geometría de los dípteros , inutil y pacientemente acosados por las colas de los cuadrúpedos ; el balido de los rebaños de cabras de grandes y caídas orejas ; el vocerío de los caravaneros y las órdenes de los << escoltas >> - hombres y jovencitos -, manteniendo en línea al medio cenenar de dromedarios , dibijaban un cuadro variopinto , fascinante y , para un lego como yo , aparentemente caótico.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
El hecho de tener que abrirse paso entre aquellas gentes desconocidas no complació a mis amigos . Y con el gesto grave , casi malhumorado , reanudaron el avance , discutiendo a la alternativa de rodearles . Finalmente desistieron , A buen seguro , los felah que segaban en las proximidades no habrían aprobado la desconsiderada opción de pisotear los trigales . Lástima .... de haber esquivado la caravana , todos nos hubiéramos ahorrado algunos sinsabores .
El Comboy llevaba nuestra dirección . Y a punto de dar alcance a los espectaculares dromedarios que cerraban la abigarrada y extensa comotiva , la Señora y los discípulos , en un gesto casi mecánico , echaron mano de sus respectivos mantos , cubriéndose las cabezas y rostros . Al principio lo interpreté como un medio para pasar inadvertidos . Pero , conforme empezamos a sortear a los animales , comprendí la razón del súbito embozo . Aquella variedad blanca de dromedarios , los asnos y los parsimoniosos búfalos de cuernos en forma de media luna viajaban << escoltados >> por sendas y zumbadoras nubes de moscas , tan molestas como peligrosas . A pesar de la protección de la << piel de serpiente >> me apresuré a imitarles . La picadura de uno de estos tabánidos , en especial del Loa loa , podía acarrear enfermedades - caso de la filariasis - Que debíamos evitar a toda costa .
Aunque había tenido la oportunidad de contemplar otras caravanas en los alrededores de Jerusalén y en el camino de Betania , ésta era la primera vez que me aventuraba en el mismísimo corazón de uno de estos singulares grupos .
Quedé aturdido . El tufo acre de las bestias ; el rebuzno de los asnos ; la negra y pertinaz geometría de los dípteros , inutil y pacientemente acosados por las colas de los cuadrúpedos ; el balido de los rebaños de cabras de grandes y caídas orejas ; el vocerío de los caravaneros y las órdenes de los << escoltas >> - hombres y jovencitos -, manteniendo en línea al medio cenenar de dromedarios , dibijaban un cuadro variopinto , fascinante y , para un lego como yo , aparentemente caótico.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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