viernes, 25 de diciembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario ( 9 )

Santa Claus , días más tarde , ajustaría las mediciones . No obstante , si no erraba en los cálculos  , aquella primera etapa ( desde la playa a las puertas del wâdi ) había sido apurada en cosa de quince minutos . No estaba mal para una milla  . Aquél , naturalmente , no era el camino habitual entre Nahum y Nazaret o viceversa . Al utilizar la vía marítima  , y desembarcar al sur de Migdal , habíamos evitado los pcho kilómetros que separaban la citada Nahum ( Cafarnaum ) de la ciudad de la Magdalena .Pues bien , al irrumpir el el wadî Hamân , el caminar se relentizó , lógica consecuencia  de la progresiva  elevación del Terreno . Debemos considerar que el nivel del lago de Tiberíades  , en aquel tiempo , se hallaba  en la cota << menos 280 >> y que, en breve , nos situariamos  en el del mar Mediterráneo , rebasándolo  en más de 40 metros en las cercanías de la aldea de Arbel . Y todo ello en cuestión de dos kilómetros y medio .
El escenario que se habrió entonces ante este emocionado explorador  fue , sencillamente  , sobrecojedor  . Las referencias obtenidas desde el aire no hacían justicia  a tales quebradas . En un centenar de pasos  , a partir de la bifurcación , el paisaje  sufrió una dramática metamorfosis  . El vergel que nos recibiera  al pisar tierra  firme  había claudicado .en beneficio de unos riscos  afilados  y altivos  , de paredes verticales  y desnudas , ora violetas , ora doradas , que emergían como centinelas . Y a sus pies , hasta donde la Naturaleza había sido capaz de trepar , unos apretados  y verdinegros  bosques de terebindos  y robles del Tabor . Y en el fondo de semejante desfiladero , sirviéndonos  de milagroso guía  , aquel torturado camino de polvo y tierra  , hecho costra con el correr de los años  . Una senda que debía ser abierta  y despejada regularmente  , ante el imparable  y enmarañado avance de la naturaleza  , regada con generosidad por susurrantes hilos de agua , huidos todos de las alturas . De vez en vez , en los recodos  del camino , bandadas de palomas remontaban el vuelo precipitada y ruidosamente  , zarandeando los cañaverales y los mazizos  de venenosas adelfas . Y perezosamente  , con desgana  , las charcas en las que habían sido sorprendida iban recobrando su transpariencia . El tableteo de las palomas bravías alertaba a otras colonias de aves que , a su vez , en blancos  quiebros , despertaban un eco interminable .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
¡ FELIZ NAVIDAD !

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