Santa Claus , días más tarde , ajustaría las mediciones . No obstante , si no erraba en los cálculos , aquella primera etapa ( desde la playa a las puertas del wâdi ) había sido apurada en cosa de quince minutos . No estaba mal para una milla . Aquél , naturalmente , no era el camino habitual entre Nahum y Nazaret o viceversa . Al utilizar la vía marítima , y desembarcar al sur de Migdal , habíamos evitado los pcho kilómetros que separaban la citada Nahum ( Cafarnaum ) de la ciudad de la Magdalena .Pues bien , al irrumpir el el wadî Hamân , el caminar se relentizó , lógica consecuencia de la progresiva elevación del Terreno . Debemos considerar que el nivel del lago de Tiberíades , en aquel tiempo , se hallaba en la cota << menos 280 >> y que, en breve , nos situariamos en el del mar Mediterráneo , rebasándolo en más de 40 metros en las cercanías de la aldea de Arbel . Y todo ello en cuestión de dos kilómetros y medio .
El escenario que se habrió entonces ante este emocionado explorador fue , sencillamente , sobrecojedor . Las referencias obtenidas desde el aire no hacían justicia a tales quebradas . En un centenar de pasos , a partir de la bifurcación , el paisaje sufrió una dramática metamorfosis . El vergel que nos recibiera al pisar tierra firme había claudicado .en beneficio de unos riscos afilados y altivos , de paredes verticales y desnudas , ora violetas , ora doradas , que emergían como centinelas . Y a sus pies , hasta donde la Naturaleza había sido capaz de trepar , unos apretados y verdinegros bosques de terebindos y robles del Tabor . Y en el fondo de semejante desfiladero , sirviéndonos de milagroso guía , aquel torturado camino de polvo y tierra , hecho costra con el correr de los años . Una senda que debía ser abierta y despejada regularmente , ante el imparable y enmarañado avance de la naturaleza , regada con generosidad por susurrantes hilos de agua , huidos todos de las alturas . De vez en vez , en los recodos del camino , bandadas de palomas remontaban el vuelo precipitada y ruidosamente , zarandeando los cañaverales y los mazizos de venenosas adelfas . Y perezosamente , con desgana , las charcas en las que habían sido sorprendida iban recobrando su transpariencia . El tableteo de las palomas bravías alertaba a otras colonias de aves que , a su vez , en blancos quiebros , despertaban un eco interminable .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
¡ FELIZ NAVIDAD !
El escenario que se habrió entonces ante este emocionado explorador fue , sencillamente , sobrecojedor . Las referencias obtenidas desde el aire no hacían justicia a tales quebradas . En un centenar de pasos , a partir de la bifurcación , el paisaje sufrió una dramática metamorfosis . El vergel que nos recibiera al pisar tierra firme había claudicado .en beneficio de unos riscos afilados y altivos , de paredes verticales y desnudas , ora violetas , ora doradas , que emergían como centinelas . Y a sus pies , hasta donde la Naturaleza había sido capaz de trepar , unos apretados y verdinegros bosques de terebindos y robles del Tabor . Y en el fondo de semejante desfiladero , sirviéndonos de milagroso guía , aquel torturado camino de polvo y tierra , hecho costra con el correr de los años . Una senda que debía ser abierta y despejada regularmente , ante el imparable y enmarañado avance de la naturaleza , regada con generosidad por susurrantes hilos de agua , huidos todos de las alturas . De vez en vez , en los recodos del camino , bandadas de palomas remontaban el vuelo precipitada y ruidosamente , zarandeando los cañaverales y los mazizos de venenosas adelfas . Y perezosamente , con desgana , las charcas en las que habían sido sorprendida iban recobrando su transpariencia . El tableteo de las palomas bravías alertaba a otras colonias de aves que , a su vez , en blancos quiebros , despertaban un eco interminable .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
¡ FELIZ NAVIDAD !
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