La Señora , auxiliada por dos nómads de rostros igualmente cubiertos , desnudó a la muchacha , cumpliendo mis preceptos . Y yo , sin saber muy bien qué hacer , ni por dónde empezar , aproveché la espera para revisar la << framcia de campaña >> que guardaba en el liviano petate de viaje y cambiar algunas palabras con Murashu . El Zebedeo , testigo de la conversación , se mostró complaciodo al averiguar que los ancestros del jeque eran precisamente judíos . Aquellos orientales , al contrario de lo que sucede con los hombres del siglo XX , disfrutaban de una memoria prodigiosa . Podían recitar , paso a paso , la totalidad de sus árboles genealógicos . Así supimos de que los primeros Murashu fueron deportadosa Mesopotamia después de la toma de Jerusalén por Nabucodonosor ( año 587 antes de Cristo ) . La familia prosperó , alcanzando su máximo auge en los reinados de Artajerjes I y Darío II .Y aunque el asentamiento clave fue siempre la ciudad de Nippur , algunas ramas familiares terminaron por mezclarse con los autóctonos de la región , buscando nuevos horizontes . Este Murashu , y sus nómadas , antepasados de los actuales beduinos , residían habitualmente al norte de la península arábiga ( hoy reino de Arabia Saudita ) , en un territorio perdido en el desierto del Gran Nefrud , tras los montes de Agia y Selma . Desde allí desplegaban sus actividades , comerciando hacia el este , norte y oeste , por las rutas de Susa , Jarán , Damasco , y Egipto . Pero el apacible coloquio se vería bruscamente interrumpido por un grito de la Señora .
No lo duidé . Abandonando el manto y la << varade Moisés >> en manos de Juan me introduje bajo la lona de la carreta , dispuesto a todo . Pero la escena que se abrió ante mis ojos daría al traste con mi celo y buena fe . Y la disciplina y ética de la Operación se instalaron en mi cerebro y voluntad , cortándome el paso . A partir de esos momentos , una violenta lucha interior se adueñaría de mi ser , destrozándome .
María , arremangada y de rodillas , con los lienzos empleados en la limpieza entre las manos parecía una estatua . Las otras dos mujeres , en cuclillas y a la cabecera de la joven , seguían empapando los paños en una jofaina de barro . La respiración de la enferma , apenas perceptible en mi primer encuentro , se había vuelto agitada .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
No lo duidé . Abandonando el manto y la << varade Moisés >> en manos de Juan me introduje bajo la lona de la carreta , dispuesto a todo . Pero la escena que se abrió ante mis ojos daría al traste con mi celo y buena fe . Y la disciplina y ética de la Operación se instalaron en mi cerebro y voluntad , cortándome el paso . A partir de esos momentos , una violenta lucha interior se adueñaría de mi ser , destrozándome .
María , arremangada y de rodillas , con los lienzos empleados en la limpieza entre las manos parecía una estatua . Las otras dos mujeres , en cuclillas y a la cabecera de la joven , seguían empapando los paños en una jofaina de barro . La respiración de la enferma , apenas perceptible en mi primer encuentro , se había vuelto agitada .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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