sábado, 26 de diciembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario ( 13 )

El rostro , más ancho que alto , semejaba un escudo . De él colgaba una barba  de una cuarta , cana , rizada y abierta  en abanico . Una extrema sensualidad aleteaba en sus labios  , carnosos  y permanentemente humedecidos . Los ojos me llamaron la atención  desde el principio . Interminablemente  negros y profundos  , venían a equilibrar sus mal llevados treinta años  . La nariz , en cambio  , era el remate  a su escaso atractivo físico  . Mal formada y redonda  como una pelota de golf , presentaba unas llamativas << telangiectasias >> o dilataciones localizadas de los vasos capilares de reducido calibre  . Las iniciales sospechas  quedaría  confirmadas en la tercera y apasionante aventura : aquel aniestático angioma  simple guardaba una estrecha relación con la desmedida veneración de Bartolomé por el vino ...
En contraposición a la abundante y extendida vellosidad , una prematura calvicie  ganaba terrenoen la parte superior del cráneo , dibujando una escandalosa coronilla . El <<oso >> de Caná cubría habitualmente su cuerpo con una túnica blanca  de lana , siempre inmaculada  , y un ropón castaño , con anchas franjas verticales  , igualmente blancas . Durante el tiempo que permanecí a su lado  , la pierna izquierda  apareció siempre fajada  . Unas bandas de cuero de vaca  , seboso y descolorido por el uso , trataban de aliviar un antiguo problema vascular : unas venas varicosas ( varices ) , tan frecuente entonces como en la actualidad . ( Según nuestros cálculos  , al menos un diez o un quince por ciento de la población adulta se veía afectada por esta dolencia . )
María , servicial y conocedora  de la pulcritud de Natanael , puso punto final a las risas y al pequeño incidente de la coballa . Como la mayoría  de las hebreas se hallaban familiarizadas con las propiedades de muchas de las plantas que crecían en aquellas tierras . Se puso en pie y , tras un rápido examen de la floresta  , se dirigió a una mata de arbustos de unos ochenta centímetros de altura , de tallos lampiños y abundantes nudos verdes y carnosos . Arracó un manojo y , tomando una piedra , se situó frente a la roca que le había servido de asiento . A una escueta orden suya , Bartolomé se desembarazó del manto , extrendiéndolo sobre la mencionada roca . Sirviéndose de algunas hojas de adelfa , María procedió primero a una meticulosa limpieza de las heces . Troceó los tallos y , depositándolos sobre la mancha  , agarró la piedra con su mano izquierda  , golpeándolos  sistemática y contundentemente , procurando no lastimar el chaluk.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez 
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         

No hay comentarios:

Publicar un comentario

puede comentar todas las personas que lo deseen , con educación y respeto