Y decidido a ultimar la misión , acaricié el extremo superior de la << vara de Moisés >> , al encuentro con el dispositivo que accionaba los ultrasonidos . Debía confiar . Mi protección , al menos en teoría , se hallaba perfectamente calculada . Inspeccioné las << crótalos >> , me puse en pie y , cargando los pulmones con el fresco perfume de las diminutas flores blancas que alegraban el azul verdosa del olivar , lancé una cautelosa mirada al sendero que me aguardaba . No había tiempo que perder ... Además , la intuición me decía que , tarde o temprano , me reuniria con mis amigos . ¿ Tarde o temprano ? En ese preciso instante , a punto de partir hacia lo desconocido , la Providencia tuvo piedad de mí . Y una mano se desplomó con fuerza sobre mi hombro izquierdo . La respuesta fue una encendida descarga de adrenalina . Giré la cabeza con lentitud , preparando los músculos para una posible contingencia . Pero el supuesto << agresor >> me recibió con una familiar sonrisa . Y sus negros ojos se iluminaron . Era Juan de Zebedeo ...
Le contemplé perplejo . A un centenar de pasos distinguí la frágil silueta de María y el bamboleante paso del << oso >> . Procedían de Arbel .
- ¿ Que ha sucedido ? - tartamudeé , tan atónito como complacido .
Mi joven amigo señaló hacia la Señora y , en un tono displicente , replicó :
- Cosas de mujeres . Ninguna pasa por la aldea de las redes sin adquirir un << tul>> .... estábamos preocupados . ¿ Dónde te has metido ?
El incidente quedó despejado cuando María , radiante , obedeciendo a los requerimientos del Zebedeo , pasó a mostrarme un paquete alargado , de unos treinta y cinco centímetros de longitud . En su interior descibrí una red meticulosamente plegada , confeccionada a base de lino . Los hilos tenían la suave tonalidad castaño - amarillenta del lino viejo . La red en cuestión se hallaba ligada con una cuerda trenzada con filamentosde palmera , de unos seis milímetros de espesor . El trabajo era escelente . Tanto las mallas , de unos cuarenta milímetros entre nudos , como el entrelazado de los hilos ( tres principales muy enrollados ) denotaban una paciente y experta labor . Este << tul de mujeres >> , en el lenguaje popular , era muy aprecido por las hebreas , que lo destinaban principalmente a la sujeción del cabello .
Autor : J.J.Benitez
Antonio Martinez
Un abrazo
Le contemplé perplejo . A un centenar de pasos distinguí la frágil silueta de María y el bamboleante paso del << oso >> . Procedían de Arbel .
- ¿ Que ha sucedido ? - tartamudeé , tan atónito como complacido .
Mi joven amigo señaló hacia la Señora y , en un tono displicente , replicó :
- Cosas de mujeres . Ninguna pasa por la aldea de las redes sin adquirir un << tul>> .... estábamos preocupados . ¿ Dónde te has metido ?
El incidente quedó despejado cuando María , radiante , obedeciendo a los requerimientos del Zebedeo , pasó a mostrarme un paquete alargado , de unos treinta y cinco centímetros de longitud . En su interior descibrí una red meticulosamente plegada , confeccionada a base de lino . Los hilos tenían la suave tonalidad castaño - amarillenta del lino viejo . La red en cuestión se hallaba ligada con una cuerda trenzada con filamentosde palmera , de unos seis milímetros de espesor . El trabajo era escelente . Tanto las mallas , de unos cuarenta milímetros entre nudos , como el entrelazado de los hilos ( tres principales muy enrollados ) denotaban una paciente y experta labor . Este << tul de mujeres >> , en el lenguaje popular , era muy aprecido por las hebreas , que lo destinaban principalmente a la sujeción del cabello .
Autor : J.J.Benitez
Antonio Martinez
Un abrazo
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