domingo, 27 de diciembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario ( 19 )

Aunque mi hermano y yo habíamos prestado una especial atención al estudio de la rua  que debía conducirnos a Nazaret , en ningún momento sospechabamos  que tubiera que hacerla en solitario . Naturalmente  , a pesar de los peligros  que ello implicaba  , estaba dispuestoa intentarlo . Lo más prudente , sin embargo , era viajar en compañía de los discípulos  . Tenía que darles alcance  . Y supuse que , dada su refractaria actitud a cualquier tipo de roce  con los habitantes de la región , lo verosimil es que hubieran elegido  aquella misma dirección o la opuesta ; es decir  , la que bordeaba  Arbel por el flanco oeste , distanciándose así de todo compromiso . Según los mapas y los datos espigados  por los especialistas de Caballo de Troya , el camino habitual , desde el wâdi Hamâm , descendía hacia el sur , hasta fundirse con la ruta principal  ; la que enlazaba  Tiberíades  con las regiones más  occidentales del país . En total , incluyendo la llanura de la pinpinela  , alrededor  de tres kilómetros y medio . En principio - me consolé  - no era lógico que el <<oso >> nuestro guía , hubiera elegido otro derrotero .
Forcé el paso , distanciándome de las míseras chozas que cerraban la aldea por el este . A diferencia  de las sólidas construcciones de Nahum y Saidan , lo poco que llevaba visto de Arbelresultó deprimente . Era un milagro que aquellas casas de enrojecido adobe  , con terrados de paja y tierra apisonada  , pudieran hacer frente  a la estación de las lluvias o a los embates de los poderosos vientos  vientos estivales . Las finas columnas de humo negro que se alzaban por doquier  era humilladas por el puntual Maarabit , precipitándose sobre  patios y callejones , atufando a las gruesas matronas que trasteaban a las puertas de las lóbregas viviendas . A las afueras  , por el terreno que pisaba - baldío , pedregoso y erizado de cardos - una chiquillería andrajosa , de cabezas afeitadas y conquistadas por los piojos  y pústulas , correteaba  y zahería con palos y pinchos  a una pareja de onagros  : unos asnos de cuello curvo , largas y tiesas orejas y llamativas crines marrones que flotaban y se prolongaban hasta la cola . Con los remos delanteros trabados por sendas cuerdas , estos vigorosos cuadrúpedos pugnaban por distanciarse de los pequeños y chillones diablillos , coceando cada vez que uno de ellos mortificaba sus cuartos raseros con los cardos o las irritantes ortigas .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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