Debí suponerlo . Después de casi nueve horas de intenso y accidentado viaje , aquel respiro no era normal . Y al pisar el polvoriento sendero que se empinaba hacia la blanca y próxima Caná , el optimismo de los peregrinos se hizo humo perdiéndose en el borrascoso y amenazante cielo de aquel lunes , 24 de abril del año 30 . Y surgió la tragedia . Y quien esto escribe se vio enfrentado a otro amargo trance ...
Con toda seguridad , nada de aquello habría acontecido si el confiado Bartolomé , en lugar de detener su desigual paso , hubiera proseguido hacia la ya inminente y ansiada aldea , punto final del viaje . Pero , ¿ quién tiene en su mano modificar los designios de la providencia ?
Días mas tarde , al retornar al módulo y someter el minúsculo disco magnético alojado en la sandalia << electrónica >> al proceso de lectura y decodificación, Santa Claus , nuestro ordenador central , ratificó con escrupulosa minuciosidad el lugar exacto donde se registró el lamentable incidente : a 19 kilómetros y 500 metros del lago de Tiberíades .
En dicho paraje , a la vista de su ciudad natal , Bartolomé ( Natanael ) , enn una muy humana y comprensible explosión de júbilo , detuvo sus cortas e inseguras zancadas . Alzó los brazos y , al caer sobre los hombros , las amplias mangas de su túnica dejaron al descubierto unas extremidades tan menguadas como velludas y musculosas . Y girando sobre los talones nos sorprendió con una de sus inconfundibles sonrisas : franca , interminable , y enturbiada por una dentadura negra y ulcerada .
Juan Zebedeo , la Señora y este explorador agradecieron la inesperada pausa . Y Bartolomé , encarándose a los cielos , clamó con gran voz:
- Las puertas se revuelven en sus quicios ..., así el perezoso en su cama ..., y tú Caná sobre la adorada abundancia ... , pero te amo .
Conforme fui penetrando en la vida de aquellos hombres - los llamados << íntimos >> de Jesús -, mi sorpresa creció sin medida . Natanael era el ejemplo más cercano . Culto , filósofo y con un singular sentido del humor , acababa de hacer suyo un símil didactico del libro de los Proverbios , redondeándolo sin pudor . Pero no debo desviarme .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
¡ FELIZ NAVIDAD !
Con toda seguridad , nada de aquello habría acontecido si el confiado Bartolomé , en lugar de detener su desigual paso , hubiera proseguido hacia la ya inminente y ansiada aldea , punto final del viaje . Pero , ¿ quién tiene en su mano modificar los designios de la providencia ?
Días mas tarde , al retornar al módulo y someter el minúsculo disco magnético alojado en la sandalia << electrónica >> al proceso de lectura y decodificación, Santa Claus , nuestro ordenador central , ratificó con escrupulosa minuciosidad el lugar exacto donde se registró el lamentable incidente : a 19 kilómetros y 500 metros del lago de Tiberíades .
En dicho paraje , a la vista de su ciudad natal , Bartolomé ( Natanael ) , enn una muy humana y comprensible explosión de júbilo , detuvo sus cortas e inseguras zancadas . Alzó los brazos y , al caer sobre los hombros , las amplias mangas de su túnica dejaron al descubierto unas extremidades tan menguadas como velludas y musculosas . Y girando sobre los talones nos sorprendió con una de sus inconfundibles sonrisas : franca , interminable , y enturbiada por una dentadura negra y ulcerada .
Juan Zebedeo , la Señora y este explorador agradecieron la inesperada pausa . Y Bartolomé , encarándose a los cielos , clamó con gran voz:
- Las puertas se revuelven en sus quicios ..., así el perezoso en su cama ..., y tú Caná sobre la adorada abundancia ... , pero te amo .
Conforme fui penetrando en la vida de aquellos hombres - los llamados << íntimos >> de Jesús -, mi sorpresa creció sin medida . Natanael era el ejemplo más cercano . Culto , filósofo y con un singular sentido del humor , acababa de hacer suyo un símil didactico del libro de los Proverbios , redondeándolo sin pudor . Pero no debo desviarme .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
¡ FELIZ NAVIDAD !
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