jueves, 24 de diciembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario ( 7 )

Desde un principio  , en abierta y ácida oposición a Pedro , se inclinó por una actuación más cautelosa . Juntamente con Andrés y Mateo Leví había defendido la opción de la << espera >> . Los hechos eran tan extraordinarios  , confusos y vertiginosos que , en buena ley , demandaban una profunda y serena reflexión , antes de pronunciarse en un sentido o en otro . Y aunque nadie podía dudar de su inquebrantable fe en la vuelta a la vida de Jesús , esgrimiendo una encomiable sensatez  , quiso ajustarse primero a las órdenes  o indicaciones  del rabí . Y éstas , obviamente , no se habían producido . El tiempo le concedería la razón .
Y en silencio , tras cruzar las erosionadas lajas de piedra  de la calzada romana  que facilitaba  las comunicaciones  en aquella región  del lago , nos adentramos  en la fertil llanura  que resbalaba  desde el desfiladero de las Palomas  . Natanael , nuestro duía  , viejo conocedor  del terreno , nos arrastró durante cuatro o cinco minutos a través de un laberinto de senderillos  que delimitaba e intercumunicaba  una no menos compleja  red de huertos  y campos de labranza  , prolongación , en suma , del << jardín de Guinosar >> orgullo de la Galilea .
Al poco , con admirable  precisión , el discípulo de Caná desembocaba en un camino  de unos tres metros de anchura  , polvoriento y alfombrado por un pestilente  reguero de excrementos  de caballerías y ganado menor . Me detuve un instante . Como en las correrías  precedentes por las costas de Cafarnaumy Saidan, la puntual ubicación de referencias geográficas en mi memoria  resultaba de esencial interés para un más seguro y eficaz desarrollo de la misión . Y aquel camino , por lo que pude deducir  , conducía al sureste . Probablemente , a la vía Maris , en las cercanías de las ruinas de Raqat o de la altiva ciudad de Tiberíades .
Unos diez minutos despues nos situábamos a las puertas del wâdi o valle de Hamân , conocido también como el desfiladero de las Palomas . Allí , la senda se partía en dos . Un ramal , angosto y descuidado , arrancaba por nuestra derecha  , perdiendose en dirección noreste . En dicha confluencia  , para mi descanso y satisfafacción , se erguían dos mojones de brillante basalto negro.
Autor . J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
¡  FELIZ NAVIDAD !

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