Desde un principio , en abierta y ácida oposición a Pedro , se inclinó por una actuación más cautelosa . Juntamente con Andrés y Mateo Leví había defendido la opción de la << espera >> . Los hechos eran tan extraordinarios , confusos y vertiginosos que , en buena ley , demandaban una profunda y serena reflexión , antes de pronunciarse en un sentido o en otro . Y aunque nadie podía dudar de su inquebrantable fe en la vuelta a la vida de Jesús , esgrimiendo una encomiable sensatez , quiso ajustarse primero a las órdenes o indicaciones del rabí . Y éstas , obviamente , no se habían producido . El tiempo le concedería la razón .
Y en silencio , tras cruzar las erosionadas lajas de piedra de la calzada romana que facilitaba las comunicaciones en aquella región del lago , nos adentramos en la fertil llanura que resbalaba desde el desfiladero de las Palomas . Natanael , nuestro duía , viejo conocedor del terreno , nos arrastró durante cuatro o cinco minutos a través de un laberinto de senderillos que delimitaba e intercumunicaba una no menos compleja red de huertos y campos de labranza , prolongación , en suma , del << jardín de Guinosar >> orgullo de la Galilea .
Al poco , con admirable precisión , el discípulo de Caná desembocaba en un camino de unos tres metros de anchura , polvoriento y alfombrado por un pestilente reguero de excrementos de caballerías y ganado menor . Me detuve un instante . Como en las correrías precedentes por las costas de Cafarnaumy Saidan, la puntual ubicación de referencias geográficas en mi memoria resultaba de esencial interés para un más seguro y eficaz desarrollo de la misión . Y aquel camino , por lo que pude deducir , conducía al sureste . Probablemente , a la vía Maris , en las cercanías de las ruinas de Raqat o de la altiva ciudad de Tiberíades .
Unos diez minutos despues nos situábamos a las puertas del wâdi o valle de Hamân , conocido también como el desfiladero de las Palomas . Allí , la senda se partía en dos . Un ramal , angosto y descuidado , arrancaba por nuestra derecha , perdiendose en dirección noreste . En dicha confluencia , para mi descanso y satisfafacción , se erguían dos mojones de brillante basalto negro.
Autor . J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
¡ FELIZ NAVIDAD !
Y en silencio , tras cruzar las erosionadas lajas de piedra de la calzada romana que facilitaba las comunicaciones en aquella región del lago , nos adentramos en la fertil llanura que resbalaba desde el desfiladero de las Palomas . Natanael , nuestro duía , viejo conocedor del terreno , nos arrastró durante cuatro o cinco minutos a través de un laberinto de senderillos que delimitaba e intercumunicaba una no menos compleja red de huertos y campos de labranza , prolongación , en suma , del << jardín de Guinosar >> orgullo de la Galilea .
Al poco , con admirable precisión , el discípulo de Caná desembocaba en un camino de unos tres metros de anchura , polvoriento y alfombrado por un pestilente reguero de excrementos de caballerías y ganado menor . Me detuve un instante . Como en las correrías precedentes por las costas de Cafarnaumy Saidan, la puntual ubicación de referencias geográficas en mi memoria resultaba de esencial interés para un más seguro y eficaz desarrollo de la misión . Y aquel camino , por lo que pude deducir , conducía al sureste . Probablemente , a la vía Maris , en las cercanías de las ruinas de Raqat o de la altiva ciudad de Tiberíades .
Unos diez minutos despues nos situábamos a las puertas del wâdi o valle de Hamân , conocido también como el desfiladero de las Palomas . Allí , la senda se partía en dos . Un ramal , angosto y descuidado , arrancaba por nuestra derecha , perdiendose en dirección noreste . En dicha confluencia , para mi descanso y satisfafacción , se erguían dos mojones de brillante basalto negro.
Autor . J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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