jueves, 24 de diciembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario ( 3 )

Una sonrisa fue la amable respuesta del Zebedeo al tierno comentario de María . Pero siguió a mi lado . En cuanto amí , tentado estuve de salvar los tres o cuatro metros  que nos separaban de la Señora  y colaborar en la recogida de los lirios  . Sin embargo , Bartolomé  , como si hubiera adivinado mis intenciones , tomó la iniciativa  precipitándose  hacia el trigal . Se liberó del engorroso manto o chaluk y , feliz como un niño , fue a inclinarse sobre las flores , apresando , no sólo los lirios  , sino también las moradas y azules anémonas , así como los abundantes y escarlatas ranúnculos  que crecían parejos . Ahora tiemblo al imaginar lo que podría haber sucedido si me hubiera adelantado al romántico Natanael ...
Me disponía a interrogar al joven Zebedeo en torno al posible  destino de tan copiosos ramos  cuando , de improviso , Bartolomé  profirió un ahogado gemido . Se incorporó veloz , soltando el ramillete  . Y , ante el desconcierto general , desanvainó su gladius , lanzando un poderoso mandoble  contra el escondido terreno . Entre los tallos tronchados  , una nubecilla  de polvo se elevó fugaz sobre las espigas , moteando la blanca túnica del discípulo . María , a dos metros escasos  , palideció . Juan y yo nos miramos alarmados , sin comprender .
El golpe , propinado con ambas manos  , fue tan violento que el hierro quedó clavado en la arcilla . Sin embargo , en lugar de recuperar el arma , Bartolomé  dio media vuelta  y , tambaleante  , se dirigió hacia nosotros . Me asusté  . Sus ojos aparecían desorbitados , vidriosos y su faz , como la de la Señora , se había tornado lechosa . Y aterrorizado extendió las manos hacia el Zebedeo , en una muda petición de auxilio.
Hoy , al rememorar estas escenas y su carga de dramatismo , vuelvo a formularme la gran pregunta  : << ¿ Estábamos  preparados para un " viaje " de esta naturaleza ? >> Más aún : ¿ es posible hallar a alguién con la sangre fría suficiente  como para limitarse a observar , sin ceder a la natural inclinación de ayudar a sus semejantes ?  Nuestro entrenamiento , de eso no caba duda  , era excelente . Quién esto escribe había  sido puesto a prueba  durante las amargas horas del prendimiento , torturas y ajusticiamiento del rabí de Galilea . Pero , aun así , las tentaciones y las dudas brotaban a cada instante .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
¡FELIZ NAVIDAD !

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