Sobre todo todo en las del este . Ello aconsejaba no viajar nunca de noche y muchisimo menos en solitario . Por otra parte , el hecho de no conocer físicamente a los pastores y la posibilidad de que pudiera cruzarme con ellos en plena marcha , terminó po disuadirme . Lo más prudente y práctico era esperar los acontecimientos en compañía de los Marcos . << Después de todo . razoné mientras llamaba a la puerta -, si lograba estar presente en la que se menciona como última aparición del resucitado en aquel domingo , los objetivos de la misión se verían satisfechos en buena medida ...>>
Alguien , desde el otro lado de la puerta , me obligó a identificarme . Sólo entonces , y con unas medidas exageradas de seguridad , pude ingresar en la mansión . Aquel cambio me alarmó . ¿ Qué estaba pasando ? Pronto lo comprobaría por mi mismo .
El caso es qué , entre los Marcos y sus sirvientes reinaba una agitación especial , mezcla de nerviosismo y de una alegría incontenible . Al principio no entendí muy bien tan contradictoria situación .
El dueño , de regreso del campo , me recibió en el patio con el tradicional ósculo de la paz . Le correspondí con otro beso en la mejilla y , durante algunos minutos , tuve que soportar , sonriente , sus paternales recriminaciones . Mi regalo - dijo - era tan regio como innecesario .
María , la esposa , vino a rescatarme , amonestando al bueno de Elías por su mucha palabrería y poco tacto para con un amigo . Le noté feliz . Me obligó a tomar asiento en uno de los taburetes estratégicamente repartidos en torno a un fuego sobre el que se balanceaba una marmita de cobre de casi medio metro de diámetro . El enorme puchero se hallaba suspendido de una cadena que , a su vez , había sido fijada a una de las vigas de madera calafateada que cruzaba el mencionado patio a cielo abierto . El aroma que escapaba de la olla me recordó que hacia muchas horas que no probaba bocado . ( en realidad , 1943 años ... )
No vi a Juan Marcos , Su madre siguió removiendo el guisote , y mientras el anfitrión me escanciaba una generosa copa de vino del Hebrón , me preguntó si estaba al tanto de las noticias que corrían por Jerusalén . le respondí que << a medias >> , y deseosa de hacerme partícipe de su conrento , fue desgranando algunos de los muchos rumores que ya conocía .
Autor :j:j: Benitez
Un abrazo
Antonio martinez
Alguien , desde el otro lado de la puerta , me obligó a identificarme . Sólo entonces , y con unas medidas exageradas de seguridad , pude ingresar en la mansión . Aquel cambio me alarmó . ¿ Qué estaba pasando ? Pronto lo comprobaría por mi mismo .
El caso es qué , entre los Marcos y sus sirvientes reinaba una agitación especial , mezcla de nerviosismo y de una alegría incontenible . Al principio no entendí muy bien tan contradictoria situación .
El dueño , de regreso del campo , me recibió en el patio con el tradicional ósculo de la paz . Le correspondí con otro beso en la mejilla y , durante algunos minutos , tuve que soportar , sonriente , sus paternales recriminaciones . Mi regalo - dijo - era tan regio como innecesario .
María , la esposa , vino a rescatarme , amonestando al bueno de Elías por su mucha palabrería y poco tacto para con un amigo . Le noté feliz . Me obligó a tomar asiento en uno de los taburetes estratégicamente repartidos en torno a un fuego sobre el que se balanceaba una marmita de cobre de casi medio metro de diámetro . El enorme puchero se hallaba suspendido de una cadena que , a su vez , había sido fijada a una de las vigas de madera calafateada que cruzaba el mencionado patio a cielo abierto . El aroma que escapaba de la olla me recordó que hacia muchas horas que no probaba bocado . ( en realidad , 1943 años ... )
No vi a Juan Marcos , Su madre siguió removiendo el guisote , y mientras el anfitrión me escanciaba una generosa copa de vino del Hebrón , me preguntó si estaba al tanto de las noticias que corrían por Jerusalén . le respondí que << a medias >> , y deseosa de hacerme partícipe de su conrento , fue desgranando algunos de los muchos rumores que ya conocía .
Autor :j:j: Benitez
Un abrazo
Antonio martinez
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