Un suspiro de alivio resonó en el cenáculo , al tiempo que alguno de los íntimos de Jesús se precipitaban hacia la puerta . Pero Santiago , el << hijo del trueno >> , con la espada en alto , les obligó a echarse atrás .
- ¡ Puede ser una trampa !
Y Andrés , ayudado por Mateo Leví , procedió a liberar el acceso . El muchacho penetró en tromba en la sala . Sudoroso y jadeante , gesticulando y señalando hacia el exterior , luchó por articular alguna palabra . Pero su excitación era tan considerable que necesitó algunos segundos para conseguirlo . Desconfiados , los gemelos , siguiendo la dirección marcada por el benjamín , asomaron sus cabezas al exterior . Al momento se volvieron hacia sus expectantes compañeros , encogiendose de hombros . Allí en efecto , no había nadie .
Superada la falsa alarma , los discípulos , sumamente irritados , amonestaron al muchacho . Pero Juan Marcos , haciendo caso omiso , fue a sentarse en uno de los divanes . Y al fin acertó a decir :
- ¡ Le han visto ! ... ¡ Otra vez !
Supuse que se refería a la última y pretendida presencia del Cristo en la casa de José de Arimatea . Volví a equivocarme . Y tan perplejo como los demás , escuché de labios del niño otra no menos singular e increíble noticia . Éste fue su atropellado relato :
- Ha sido a eso de las cuatro y media .... En la casa de Flavio .... Y lo han visto más de cuarenta griegos ....
Andrés se arrodilló frente al zagal y le pidió calma . Juan Marcos tragó saliva y dijo que si con la cabeza . Fue inutil . Su corazón estaba a `punto de saltarle por la boca ...
- Y me han dicho - continuó con los ojos llenos de luz - que les ha hablado ....
Los apóstoles formando una piña en torno al atolondrado << correo >> , se lo comían con los ojos , pendientes de cada gesto y de cada palabra . Nadie que los hubiera observado en aquellos instantes habría jurado que se trataba de hombres escépticos e indecisos . Yo mismo llegué a dudar ...Pedro , sobre todo , con la boca abierta y la mirada extraviada , se frotaba nerviosamente las manos , asintiendo rítmicamente con la cabeza a cada una de las explicaciones del muchacho . Y inmensa aunque momentanea alegría me hizo temblar de emoción.
- ... ¿ Y qué ha dicho ? - estalló impaciente Juan Zebedeo .
- No lo recuerdo...
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
- ¡ Puede ser una trampa !
Y Andrés , ayudado por Mateo Leví , procedió a liberar el acceso . El muchacho penetró en tromba en la sala . Sudoroso y jadeante , gesticulando y señalando hacia el exterior , luchó por articular alguna palabra . Pero su excitación era tan considerable que necesitó algunos segundos para conseguirlo . Desconfiados , los gemelos , siguiendo la dirección marcada por el benjamín , asomaron sus cabezas al exterior . Al momento se volvieron hacia sus expectantes compañeros , encogiendose de hombros . Allí en efecto , no había nadie .
Superada la falsa alarma , los discípulos , sumamente irritados , amonestaron al muchacho . Pero Juan Marcos , haciendo caso omiso , fue a sentarse en uno de los divanes . Y al fin acertó a decir :
- ¡ Le han visto ! ... ¡ Otra vez !
Supuse que se refería a la última y pretendida presencia del Cristo en la casa de José de Arimatea . Volví a equivocarme . Y tan perplejo como los demás , escuché de labios del niño otra no menos singular e increíble noticia . Éste fue su atropellado relato :
- Ha sido a eso de las cuatro y media .... En la casa de Flavio .... Y lo han visto más de cuarenta griegos ....
Andrés se arrodilló frente al zagal y le pidió calma . Juan Marcos tragó saliva y dijo que si con la cabeza . Fue inutil . Su corazón estaba a `punto de saltarle por la boca ...
- Y me han dicho - continuó con los ojos llenos de luz - que les ha hablado ....
Los apóstoles formando una piña en torno al atolondrado << correo >> , se lo comían con los ojos , pendientes de cada gesto y de cada palabra . Nadie que los hubiera observado en aquellos instantes habría jurado que se trataba de hombres escépticos e indecisos . Yo mismo llegué a dudar ...Pedro , sobre todo , con la boca abierta y la mirada extraviada , se frotaba nerviosamente las manos , asintiendo rítmicamente con la cabeza a cada una de las explicaciones del muchacho . Y inmensa aunque momentanea alegría me hizo temblar de emoción.
- ... ¿ Y qué ha dicho ? - estalló impaciente Juan Zebedeo .
- No lo recuerdo...
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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