miércoles, 24 de febrero de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario , 26 de abril , miércoles ( 2 )

Cruzamos el corredor como dos sombras , deteniéndonos al otro extremo , frente a la habitación que se habría al norte  . Alguien aguardaba con la puerta entreabierta . Y en silencio se hizo a un lado . Débora me precedió . Durante unos instantes , temeroso , no supe qué partido tomar . ¿ Y si me hallaba ante una encerrona  ? La << burrita >> , en cambio , no lo pensó dos veces  . Y atrapandome por el manto , me arrastró al interior , al tiempo que maldecía sus suerte  . El cuartucho , poco más o menos  como el mío , se diferenciaba  tan sólo por una ventana  desnuda y bastante más desahogada  que las troneras . Al pie del hueco se distinguía un jergón y en su cabecera , junto a una vasija  y un jarro de bronce  , la lanza amarilla y afilada  de una llama , incomodada por la bríasa  de la noche . La mujer que nos había franqueado el paso - la segunda meretriz  que acompañaba  a la moabita en la taberna - fue a sentarse sobre el lecho . Y Débora , entretanto , volvió a la puerta  , espiando la desierta galería  a través  de una de los vaciados nudos  del entablado . Aturdido traté de asomarme  al ventanuco . La compañera de la moabita me lo impidió . ¿ Qué demonios ocurría ? Y Débora  , confiando en el momentáneo silencio de la posada  , me explicó con un hilo de voz  que Heqet y los esbirros del saduceo  tramaban lo peor . ¿ Qué significaba todo aquello ? Impaciente  ante mi torpeza me hizo ver que su jefe , por alguna razón que ignoraba  , había salido precipitadamente  del albergue  , regresando con cuatro de los incondicionales  y viciosos sirvientes  de Ismael . Reunidos en la taberna  , ella y su amiga habían tenido que servirles  , descubriendo así los regpunantes planes del egipcio . Las órdenes del posadero eran tajantes : << acuchillar al griego y hacer desaparecer el cadáver >>. No había tiempo que perder . Y señalandome la ventana me invito a huir .
 Conmovido ante la generosidad y valentía de las << burritas >> no supe que responder . Y Débora , apremiandome , resumió y justificó su actitud con una frase :
- Pocos hombres hubieran hecho por mí lo que tú en la taberna .
- pero , ¿ qué será de vosotras ?
No hubo respuesta . El crujido del entarimado de la galería  la dejó en suspenso . Y la mujer , llevando su dedo indice izquierdo a los castigados labios aconsejó silencio . Alguien había irrumpido en el corredor .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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