miércoles, 10 de febrero de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - 25 de abril , martes ( 125 )

Pero Él lo vivía y lo explicaba con una lógicay naturalidad que infundían miedo . Santiago y yo lo comentamos muchas veces  : si las ideas de Jesús  llegaban a oídos  del consejo podía ser fulminado . Decía , incluso , que << nuestro Padre >> amaba lo feo , lo impuro y lo deforme  . Nos mostraba una flor , un trozo de madera de su taller oa su perro y exclamaba entusiasmado : << ¿ Sabéis de hombre alguno que haya logrado una perfección semejante ? >>
>> Algunas veces le preguntamos por el rostro de ese Dios . Nos miraba con dulzura  y decía << ¿ Podéis describirme  el de la música ? ¿ Qué facciones tiene el amor  ?  ¿ Quién será capaz de dibujar la cara de la sabiduría ? ¿ Tiene ojos la ternura  o la tolerancia o la fidelidad ?  Pues bien hermanos  míos , así es el Padre de los cielos : sin rostro y con los mil rostyros de la belleza  , del perdón , de la risa , del poder , de la paz y , sobre todo , de la misericordia .
Para quien esto escribe , el hallazgo en el alma humana  de Jesús  de un Dios - Padre tan opuesto a la concepción judía era  ya un aviso . Él tenía  muy claro que una de sus grandes misiones  consistiría en intentar deshacer el error . La humanidad arrastraba  en aquel tiempo la negra cadena  de mil dioses o , en el mejor de los casos  , de un único Dios (  Yavé ) , que nada tenían que ver con ese concepto de filiación divina  . De ahí a la plena toma de conciencia de su naturaleza celeste había sólo un paso .
y , de pronto , el familiar y casero aroma del aceite de oliva  al fuego fue adueñándose del recinto . Las mujeres  , en lo alto de la plataforma , se agitaban de un lado a otro , abriendo el arcón , troceando verduras y vigilando la madera que alimentaba el fogón . De vez en vez pasaban a nuestro lado , dirigiéndose al rincón de las ánforas o al corral . Y retornaban a la << cocina >> con pequeños cántaros  de agua o manojos de cebollas y ajos . Y el clima entró en una sosegada  y relajante paz . Ruth , a petición de su hermano , dejó sobre la roca  una jarra de barro cocido . Y el vino fue acompañado con una escudilla repleta de aceitunas  en vinagre  y una porción de insectos  , desecados << a la sal >> , que , al carecer  de sus membranosas alas  , me costó reconocer . Se trataba  de uno de los << aperitivos >> más usuales  entre las gentes de humilde condición  : langostas de robustas patas que , muy a mi pesar , tuve que degustar . La hospitalidad de los orientales tenía esta servidumbre  . Rechazar lo único que tenían y que brindaban  de todo corazón hubiera sido una grave afrenta .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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