sábado, 20 de febrero de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - 25 de abril , martes ( 165 )

Instintivamente relacioné  aquellos susurros  con el atropellado caminar que había captado desde el corral de la casa de María . Pero no tuve tiempo de advertir  a mi compañero . Decidido se adentró en el corredor , dispuesto a despejar la incognita . Y este confuso explorador , tres unos segundos de vacilación , se fue tras él . El lugar , cargado de inmundicias  y tan apestoso como otros rincones  de la aldea , no parecía conducir a ninguna parte  . Se trataba , sencillamente  , del hueco natural entre dos viviendas . A los tres o cuatro pasos Santiago se detuvo . Y reclamando el candil lo alargó hacia las tinieblas . El cruce de voces se hizo más nervioso y agitado . Y al fondo , precariamente desvelada por la llama de la lucerna  , distinguimos la precipitada huida de dos individuos  . Al parecer intentaban trepar por el muro que clausuraba el callejón .
- ¡ Malnacidos !
Y devolviéndome la lámpara , Santiago , que empezaba  a comprender las razones de la intespectiva  presencia de aquellos personajes  , se arrojo sobre las sombras . Uno consiguió saltar al otro lado del muro . El segundo , en cambio , fue atrapado por un pie , justo en el momento en que disponía a desaparecer . Si la situación era comprometida  para el que trataba de huir , la mía no era menos . ¿  Qué debía hacer ?  El destino - a Dios gracias - fue inmisericorde . Al verse sujeto , el individuo , lejos de achicarse , reaccionó veloz y contundente  . Y soltando un furioso puntapié  sobre el pecho de mi acompañante  fue a derribarle  , escapando como un felino  . Santiago se incorporó al punto . Y lanzando un mandoble  contra la pared gritó de forma que pudieran oírle desde el otro lado :
- ¡ Te he reconocido , maldito esbirro !
Y más dolido en su orgullo que en su integridad física  se hizo de nuevo con la luz , abandonando el callejón . Al llegar a las proximidades de la fuente rompió su mutismo , confesándome algo que ya sospechaba :
- Esa víbora , Jasón , está sedienta de venganza ... Extrema la prudencia .
Y en justa correspondencia  le puse al tanto de la extraña presencia detectada por su cuñado y por mí mismo en los alrededores de la casa . La noticia no le alarmó.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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