viernes, 4 de septiembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 2 - 9 de abril , domingo ( 123 )

Juan Marcos había empezado a tomarme verdadero caiño . Y yo aél . Y aunque Caballo de Troya  , en sus estrictas normas prohibia cualquier relación que pudiera conducir al nacimiento de lazos de caracter sentimental , dejé hacer al destino . Acaricié  sus sedosos cabellos  negros y le di a entender  que , en el asunto del cambista  , el engañado en realidad era el caldeo . Mientras cruzabamos  de nuevo el Tiropeón le recordé las enseñanzas de su añorado ídolo : Jesús de Nazaret . << La mentira  - le dije - le dije parafraseando a Chesterfield y a Gaibel - es el único arte de los medrioques y el refugio de la viles . Y aunque sea astuta , siempre termina por romperse una pierna . >>
Aunque tales frases no habían sido dichas por el Hijo del Hombre , el muchacho alabó mi fidelidad hacia el Maestro , y su estima por el viejo comenciante de Tesalónica  creció un poco más .
Cuando me interrogó sobre nuestro próximo destino , quedó sorprendido . Le supliqué que guardara  el secreto y , con voz  queda , le anuncié  que deseaba  hacerle un pequeño obsequio  a su madre . Sus vivaces ojos  se iluminaron y , tocandome la mano , tiró de mi hacia el sector  noroccidental de la ciudad . Le había pedido que me condujera  al taller donde  , al parecer , él mismo había  trasladado el farol cuadfrado de hierro forjado que resultó dañado en el terremoto . Ralmente deseaba  corresponder  a las atenciones  de la esposa de Elías Marcos  y no se me ocurrió mejor argumento que cargar con la reparación de dicho farol .De esta forma - ésa era mi intención -, mi acceso al micro no resultaría  sospechoso . Suponiendo , naturalmente  , que aún siguiera en su sitio ...
Caminamos a todo lo largo de la muralla  que separaba los dos grandes barrios  y , cuando avistamos  las torres del palacio herodiano , giramos a la derecha  , atravesando el gran arco de la puerta de Ginnot . Inmediatamente distinguí el marilleo del clan de los  herreros ; un sonido que , cuando cesaba , servía a las gentes de los alrrededores de recordatorio del final de la jornada .
Me asombró la diferencia entre aquella área del barrio alto - pulcramente pavimentada , de fachadas revocadas con cal y sin orines ni excrementos  de caballerías en los adoquines gris - azulados - y las miseras callejas que había pisado poco antes , en el extremo opuesto  . La explicación podía estar en la relativa proximidad del palacio de Herodes  . Poco después  , al ingresar en una de las fundiciones  y descubrir lo que allí se hacía  , comprendí las razones del tetrarca  para mantener contentos a tales artesanos  o << gentes de oficio >> , como también se le llamaba .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio martinez

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