sábado, 5 de septiembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 2 - 9 de abril , domingo ( 129 )

No hubo problemas  ni regateo en la venta  . Los 50 denarios  exigidos por el herrero me parecieron justos  . A cambio , conseguí que el arreglo del farol entraran también en aquel precio final . Al recibir las monedas de plata  , el queunita  , desbordado por  la inesperada  y redonda operación  , echó mano del amuleto  que colgaba de su cuello  , basándolo . ¡ Era un clavo de bronce  de un ajusticiado en suplicio de cruz  ! Quizá  más adelante  se presente la ocasión  de hablar también de las increíbles supersticiones de los judíos  y paganos que poblaban la Palestinade Cristo . Pero ¡ Dios mío , son tantas las cosas que debo contar  ... ! Sólo pido fuerzas para llegar al final del relato de lo que fue nuestra segunta ... y tercera aventuras .
Consulté  la posición del sol . Faltaban alrededor de dos horas para el ocaso . Debía apresurarme  si quería localizar a los pastores de Emaús . Lucas habla en su evangelio de que << atardecía cuando se acercaban al pueblo >> y que los descípulos intentaron convencer al parecido  para que pernoctara  con ellos , ya que  << el día declinaba >> . Estas << Pistas >> , aunque inseguras , eran las únicas de las que disponía  . Si la aldea  en cuestión se encontraba  a sesenta estadios  - dato aportado también por Lucas - era llógico suponer que los hermanos  , buenos andarines  , dada su condición de pastores , deberían partir  de Jerusalénhacia las 17 o 17, 30 ; es decir , una hora u hora y media  antes del ocaso , fijado en esa fecha  para las 18, 22 , tal y como he comentado en otras ocasiones . Con un poco de suerte , quizá los encontrase aún en la mansión de José .
Al pillarnos de camino , nos detuvimos unos minutos en la residencia del joven Juan Marcos . El muchachon , feliz  , corrió al encuentro de su madre  , relatándole  atropelladamente  nuestras incidencias  . Elías , el esposo , no había regresado aún , e , impaciente por acudir  al encuentro del anciano de Arimatea  , depositén mi regalo en manos de María  , agradeciéndole  de paso sus bondades . La mujer , atónita  , no acertó a pronunciar palabra alguna  . Y sin darle opción a rechazar el presente  , me despedí , adelantándole  que , casi con toda seguridad , volveríamos  a vernos con la caida de la tarde . El silencio reinante en la casa  - en especial en el piso superior  - me dio a entender que todo seguía igual entre los íntimos del Maestro.
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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