sábado, 5 de septiembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 2 - 9 de abril , domingo ( 130 )

Y sin aguardar a Juan Marcos  , salí precipitadamente  , descendiendo veloz  por una de las rampas  semiescalonadas que moría en el ángulo  sur de la ciudad . Crucé otro de los puentecillos  sobre el cauce del Tiropeón , rodeando la alta edificación  que encerraba  la piscina de Siloé . Los rayos del sol , muy oblicuos  ya , iluminaban las columnas que remataban los muros del popular estanque . El tiempo seguía corriendo en mi contra . Esta vez no podía fallar . Era vital que localizase a los pastores y que me enfrentara - cara a cara - con el misterioso resucitado .
La sólida casa de José , erigida al pie de lan muralla este y muy proxima  a la sinagoga de los Libertos , fue siempre uno de los emplazamientos  más fáciles de ubicar . El escudo circular , con una estrella de David  y las cinco letras hebreas entre las puntas , formando la palabra << Jerusalén >> , primorosamente labrado en el pétreo dintel , era la última y definitiva  confirmación para mi .
Antes de entrar establecí una rutinaria  conexión con la << cuna >> . Eliseo parecía muy excitado y animadísimo . Sus trabajos sobre el lenzo mortuorio habían empezado unos frutos sorprendentes . Confirmé la hora - las 16,55 - y , tras desearnos mutua suerte  , crucé el umbral con decisión . Pero mi entusiasmo no tardaría en venirse abajo ...
Ya desde la puerta pude escuchar una mezcla de gritos  y cánticos que me alarmó . Salvé el vestíbulo y al pisar el enlosado de ladrillo del patio central , lo que presencié  terminó por desconcertarme  . Hombres y mujeres , discípulos y seguidores de Jesús  en su mayoría  , corrían de un lado para otro , trpezando entre sí y como si huyeran de algo . Chillaban , reían o lloraban , abrazándose y elevando los brazos  hacia el cielo . En unos de los ángulos  , en el claustro porticado que rodeaba el lugar , otro grupo de mujeres  batía palmas  , danzando en círculo . No entendía nada  . Al oir los lamentos  pensé que alguna súbita desgracia había acaecido en la casa del anciano sanedrita . Pero , por otra parte , las danzas y muestras de alegría ...
De improviso , por una de las puertas que desembocaba en el patio , vi aparecera José  , seguido de uno de los sirvientes  . El esclavo portaba un cántaro y un lienzo blanco que colgaba de su brazo derecho . Ambos llevaban prisa . Al verme  , el de Arimatea  , sin detenerse , me hizo un gesto , invitándome a seguirle . Y así lo hice , intrigado y confuso
Uutor : J.J. Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

No hay comentarios:

Publicar un comentario

puede comentar todas las personas que lo deseen , con educación y respeto