Y sin aguardar a Juan Marcos , salí precipitadamente , descendiendo veloz por una de las rampas semiescalonadas que moría en el ángulo sur de la ciudad . Crucé otro de los puentecillos sobre el cauce del Tiropeón , rodeando la alta edificación que encerraba la piscina de Siloé . Los rayos del sol , muy oblicuos ya , iluminaban las columnas que remataban los muros del popular estanque . El tiempo seguía corriendo en mi contra . Esta vez no podía fallar . Era vital que localizase a los pastores y que me enfrentara - cara a cara - con el misterioso resucitado .
La sólida casa de José , erigida al pie de lan muralla este y muy proxima a la sinagoga de los Libertos , fue siempre uno de los emplazamientos más fáciles de ubicar . El escudo circular , con una estrella de David y las cinco letras hebreas entre las puntas , formando la palabra << Jerusalén >> , primorosamente labrado en el pétreo dintel , era la última y definitiva confirmación para mi .
Antes de entrar establecí una rutinaria conexión con la << cuna >> . Eliseo parecía muy excitado y animadísimo . Sus trabajos sobre el lenzo mortuorio habían empezado unos frutos sorprendentes . Confirmé la hora - las 16,55 - y , tras desearnos mutua suerte , crucé el umbral con decisión . Pero mi entusiasmo no tardaría en venirse abajo ...
Ya desde la puerta pude escuchar una mezcla de gritos y cánticos que me alarmó . Salvé el vestíbulo y al pisar el enlosado de ladrillo del patio central , lo que presencié terminó por desconcertarme . Hombres y mujeres , discípulos y seguidores de Jesús en su mayoría , corrían de un lado para otro , trpezando entre sí y como si huyeran de algo . Chillaban , reían o lloraban , abrazándose y elevando los brazos hacia el cielo . En unos de los ángulos , en el claustro porticado que rodeaba el lugar , otro grupo de mujeres batía palmas , danzando en círculo . No entendía nada . Al oir los lamentos pensé que alguna súbita desgracia había acaecido en la casa del anciano sanedrita . Pero , por otra parte , las danzas y muestras de alegría ...
De improviso , por una de las puertas que desembocaba en el patio , vi aparecera José , seguido de uno de los sirvientes . El esclavo portaba un cántaro y un lienzo blanco que colgaba de su brazo derecho . Ambos llevaban prisa . Al verme , el de Arimatea , sin detenerse , me hizo un gesto , invitándome a seguirle . Y así lo hice , intrigado y confuso
Uutor : J.J. Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
La sólida casa de José , erigida al pie de lan muralla este y muy proxima a la sinagoga de los Libertos , fue siempre uno de los emplazamientos más fáciles de ubicar . El escudo circular , con una estrella de David y las cinco letras hebreas entre las puntas , formando la palabra << Jerusalén >> , primorosamente labrado en el pétreo dintel , era la última y definitiva confirmación para mi .
Antes de entrar establecí una rutinaria conexión con la << cuna >> . Eliseo parecía muy excitado y animadísimo . Sus trabajos sobre el lenzo mortuorio habían empezado unos frutos sorprendentes . Confirmé la hora - las 16,55 - y , tras desearnos mutua suerte , crucé el umbral con decisión . Pero mi entusiasmo no tardaría en venirse abajo ...
Ya desde la puerta pude escuchar una mezcla de gritos y cánticos que me alarmó . Salvé el vestíbulo y al pisar el enlosado de ladrillo del patio central , lo que presencié terminó por desconcertarme . Hombres y mujeres , discípulos y seguidores de Jesús en su mayoría , corrían de un lado para otro , trpezando entre sí y como si huyeran de algo . Chillaban , reían o lloraban , abrazándose y elevando los brazos hacia el cielo . En unos de los ángulos , en el claustro porticado que rodeaba el lugar , otro grupo de mujeres batía palmas , danzando en círculo . No entendía nada . Al oir los lamentos pensé que alguna súbita desgracia había acaecido en la casa del anciano sanedrita . Pero , por otra parte , las danzas y muestras de alegría ...
De improviso , por una de las puertas que desembocaba en el patio , vi aparecera José , seguido de uno de los sirvientes . El esclavo portaba un cántaro y un lienzo blanco que colgaba de su brazo derecho . Ambos llevaban prisa . Al verme , el de Arimatea , sin detenerse , me hizo un gesto , invitándome a seguirle . Y así lo hice , intrigado y confuso
Uutor : J.J. Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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