Cuando los hogares perdían fuerza uno de aquellos herreros situaba el largo << cuello >> del buey en el orificio de entrada del tiro subterráneo y , con gran abilidad , procedía a soltar el nudo que contenía el aire , presionando con todo el peso de su cuerpo la referida tapa superior . De esta guisa el fuelle soltaba su contenido , avivando la leña o el carbón vegetal deposirado en el lecho del crisol . Despues , lenta y penosamente , el obrero debía soplar hasta llenar de nuevo el pellejo .
En el momento que el cobre o cualquier otro metal alcanzaba su punto exacto de moldeo , los sufridos y excelentes artesanos retiraban los catines cónicos , de barro , atrapándolos con una de sus largas tenazas .
Tanto el suelo terroso como las altas tapias del taller aparecían repletos de las más variadas herramientas , armas o instrumentos domésticos de la época . Quedé fascinado . Allí había rejas de arado , aguijadas , hachas ordinarias - muy similares - muy similares a las actuales ., dobles hachas , zapapicos ( una especie de hacha y azadón ) , bocados de caballos , grandes paños de armaduras , cuchillos de múltiples formas y dimensiones , brazaletes , ajoscas , toda suerte de cuencos , tazas y platos y un sin fin de adminículos de uso común en las casas u otros talleres : cinceles , espátulas , agujas , tenazan , hebillas , etc .
Juan Marcos me sacó de mi observación . El capataz o jefe de la fragua se aproximó con én hasta el lugar donde yo esperaba . El muchacho le había explicado mis intenciones y , levantando la voz sobre el frenético martilleo de sus compañeros , me dió a entender que el farol de Elias no había sido reparado aún . Lo comprendí . Aunque la pieza había sido trasladada a la herrería en la misma tarde del viernes , la entrada del sábado y la celebración de la Pascua habían retrasado su arreglo . El quenita , converso a la religión judaica , aprovechó aquellos minutos de descanso para desanudar la banda de tela que rodeaba su frente y cabellos , retorciéndola y escurriendo el abundante sudor que la empapaba . Despes me invitó a que le siguiera hasta el rincón donde guardaba el dichoso farol .
Acostumbrado adistinguir y manipular toda clase de objetos metálicos , identificó al momento el motivo de mi presencia en la fragua , rescatándolo sin demasiados miramientos de entre un ingente montón de calderos y cachivaches herrumbosos . Twemí que se entretuviera en revisarlo . Y di gracias al cielo por la providencial jornada festiva . Si aquellos artesanos hubieran puesto manos a la obra , casi con toda seguridad que habrían detectado la extraña pieza y la antena camuflada entre los flecos . En ese supuesto , mi situación habría sido comprometida .
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
En el momento que el cobre o cualquier otro metal alcanzaba su punto exacto de moldeo , los sufridos y excelentes artesanos retiraban los catines cónicos , de barro , atrapándolos con una de sus largas tenazas .
Tanto el suelo terroso como las altas tapias del taller aparecían repletos de las más variadas herramientas , armas o instrumentos domésticos de la época . Quedé fascinado . Allí había rejas de arado , aguijadas , hachas ordinarias - muy similares - muy similares a las actuales ., dobles hachas , zapapicos ( una especie de hacha y azadón ) , bocados de caballos , grandes paños de armaduras , cuchillos de múltiples formas y dimensiones , brazaletes , ajoscas , toda suerte de cuencos , tazas y platos y un sin fin de adminículos de uso común en las casas u otros talleres : cinceles , espátulas , agujas , tenazan , hebillas , etc .
Juan Marcos me sacó de mi observación . El capataz o jefe de la fragua se aproximó con én hasta el lugar donde yo esperaba . El muchacho le había explicado mis intenciones y , levantando la voz sobre el frenético martilleo de sus compañeros , me dió a entender que el farol de Elias no había sido reparado aún . Lo comprendí . Aunque la pieza había sido trasladada a la herrería en la misma tarde del viernes , la entrada del sábado y la celebración de la Pascua habían retrasado su arreglo . El quenita , converso a la religión judaica , aprovechó aquellos minutos de descanso para desanudar la banda de tela que rodeaba su frente y cabellos , retorciéndola y escurriendo el abundante sudor que la empapaba . Despes me invitó a que le siguiera hasta el rincón donde guardaba el dichoso farol .
Acostumbrado adistinguir y manipular toda clase de objetos metálicos , identificó al momento el motivo de mi presencia en la fragua , rescatándolo sin demasiados miramientos de entre un ingente montón de calderos y cachivaches herrumbosos . Twemí que se entretuviera en revisarlo . Y di gracias al cielo por la providencial jornada festiva . Si aquellos artesanos hubieran puesto manos a la obra , casi con toda seguridad que habrían detectado la extraña pieza y la antena camuflada entre los flecos . En ese supuesto , mi situación habría sido comprometida .
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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