El golpe había quebrado el pie sobre el que se sustentaba la caja de hierro , que resultó igualmente dañada en una de sus aristas y en tres de las cuatro láminas de vidrio coloreado . Con cierto nerviosismo , simulando un especial interes por el labrado del farol , le rogué que me dejara examinarlo . Y el hombre , encogiendose de hombros , lo extendió hacia mi . Noté cómo las piernas me flaqueaban . Entre las fisuras de los cristales percibí la triple mecha de cáñamo y el cuenco destinado a las cargas de aceite . Y por debajo , tanteando con los dedos , ¡ el micrófono ! , sólidamente imantado a la base del farol .
Ahora debía desprenderlo y ocultarlo en la bolsa de hule . Pero el herrero y Juan Marcos seguían pendientes de mis movimientos y de mi decisión . Tenía que encontrar la formula de distraerlos o alejarlos de mi durante unos segundos .
Pregunté al capataz cuándo calculaba que estaría listo y a cuanto podía subir la reparación . No supo responder a ninguna de las cuestiones . Aquello , aparentemente tan fácil , empezaba a enredarse . Y el jefe del taller , impaciente por lo que , en efecto , parecía una minucia , hizo ademán de retirar el farol . Por un momento creí desfallecer . Pero , recordando mi promesa de obsequiar a la madre del zagal , retube la pieza , manifestándole algo que si complació al quenita . A gritos , aproximando mi rostro a su oído , le expuse que deseaba comprarle algún objeto , con la condición de que fuera realmente valioso y original . Al no especificarle que el destinatario era una mujer , el artesano interpretó que el regalo en cuestión iba dirigido a un hombre . la verdad es que en aquellos tiempos y en la sociedad judía no era muy frecuente que los varones obsequiasen a las mujeres . Y mucho menos tratandose de un pagano extranjero ...
El involuntario error por ambas partes iba a conducirme a un sensacional descubrimiento , al menos desde la óptica de la industria metalúrgica .
- ¿ Valioso y original ? -repitió el herrero .
Asentí sin titubear .
Y dando media vuelta se dirigió hacia el tercer horno . el que tenia forma de pozo . Mi guía se fue tras él y , sin pensarlo dos veces , introdule la mano por la base del árbol , despegando el micrófono . Sin darme mucha cuenta de lo que hacía , arrojé la caja metálica sobre las marmitasde bronce , apresurandome a guardarlo . Sin poder evitarlo , cerré los ojos y respiré con todas mis fuerzas .
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Ahora debía desprenderlo y ocultarlo en la bolsa de hule . Pero el herrero y Juan Marcos seguían pendientes de mis movimientos y de mi decisión . Tenía que encontrar la formula de distraerlos o alejarlos de mi durante unos segundos .
Pregunté al capataz cuándo calculaba que estaría listo y a cuanto podía subir la reparación . No supo responder a ninguna de las cuestiones . Aquello , aparentemente tan fácil , empezaba a enredarse . Y el jefe del taller , impaciente por lo que , en efecto , parecía una minucia , hizo ademán de retirar el farol . Por un momento creí desfallecer . Pero , recordando mi promesa de obsequiar a la madre del zagal , retube la pieza , manifestándole algo que si complació al quenita . A gritos , aproximando mi rostro a su oído , le expuse que deseaba comprarle algún objeto , con la condición de que fuera realmente valioso y original . Al no especificarle que el destinatario era una mujer , el artesano interpretó que el regalo en cuestión iba dirigido a un hombre . la verdad es que en aquellos tiempos y en la sociedad judía no era muy frecuente que los varones obsequiasen a las mujeres . Y mucho menos tratandose de un pagano extranjero ...
El involuntario error por ambas partes iba a conducirme a un sensacional descubrimiento , al menos desde la óptica de la industria metalúrgica .
- ¿ Valioso y original ? -repitió el herrero .
Asentí sin titubear .
Y dando media vuelta se dirigió hacia el tercer horno . el que tenia forma de pozo . Mi guía se fue tras él y , sin pensarlo dos veces , introdule la mano por la base del árbol , despegando el micrófono . Sin darme mucha cuenta de lo que hacía , arrojé la caja metálica sobre las marmitasde bronce , apresurandome a guardarlo . Sin poder evitarlo , cerré los ojos y respiré con todas mis fuerzas .
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
puede comentar todas las personas que lo deseen , con educación y respeto