Hacia el año 20 , como consecuencia de uno de esos salivazos , llegó a imponerse , incluso , la obligada reclusión nocturna del sumo sacerdote , durante la semana anterior al solemne día de la Expiación . Por lo visto , Simeón , hijo de Kamith , que ejerció como sumo sacerdote entre los años 17 al 18 después de Cristo , tuvo la mala fortuna de recibir el esputo de un áraba en la noche anterior al referido día de la Expiación , viéndose imposibilitado para oficiarSorteando la tela de araña de los tendederos , la mugrienta chiquillería que se asomaba a nuestro paso , y que no dudaba en extender sus manos con la esperanza de alcanzar algún que otro leptón o sestercio , y las hornillas chisporroteantes plantadas por las mujeres en mitad de los pasadizos , desembocamos por fin en la arenosa explanada de Sixto , en la margen derecha del valle del Tiropeón . La altiva muralla oeste del Templo se presentó ante mí blanca y caldeada por el sol . Y respiré aliviado . A pesar de los cientos de agujas y puntas respladecientes que coronaban el Santuario central , levantadas para evitar a los pájaros , grandes bandos de palomas y golondrinas hacían de las suyas sobre el majestuoso edificio , sombeándolo con sus rápidos y anárquicos vuelos .
Cruzamos uno de los puentecillos de piedra edificado sobre la seca torrentera que sajaba Jerusalén de norte a sur , ascendiendo las escalinatas del arco de Robinson . Aquel acceso , en forma de << L >> , llevaba a una de las trece puertas del Templo : a la situada en el extremo suroeste del gran rectángulo amurallado . Un gran vano , abierto en la ciclópea muralla y provisto de enorme puertas de madera de ébano recubierta con planchas de bronce en los dos extremos , conducía directamente al atrio de los Gentiles : la inmensa y hermosa planicie de 225 metros de longitud en la que estaba permitido el acceso a todos los goyims ; es decir , a paganos , hombres y mujeres , e , incluso , herejes , impuros , gente enlutada y excolmugados . Como ya referí en anteriores ocasiones , aquella explanada nenía a ser una especie de plaza pública , foro romano o ágora ateniense , en la que se paseaba , discutía , se pronunciaban los más variados discursos y , por supuesto , se traficaba con todo tipo de mercancías .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Cruzamos uno de los puentecillos de piedra edificado sobre la seca torrentera que sajaba Jerusalén de norte a sur , ascendiendo las escalinatas del arco de Robinson . Aquel acceso , en forma de << L >> , llevaba a una de las trece puertas del Templo : a la situada en el extremo suroeste del gran rectángulo amurallado . Un gran vano , abierto en la ciclópea muralla y provisto de enorme puertas de madera de ébano recubierta con planchas de bronce en los dos extremos , conducía directamente al atrio de los Gentiles : la inmensa y hermosa planicie de 225 metros de longitud en la que estaba permitido el acceso a todos los goyims ; es decir , a paganos , hombres y mujeres , e , incluso , herejes , impuros , gente enlutada y excolmugados . Como ya referí en anteriores ocasiones , aquella explanada nenía a ser una especie de plaza pública , foro romano o ágora ateniense , en la que se paseaba , discutía , se pronunciaban los más variados discursos y , por supuesto , se traficaba con todo tipo de mercancías .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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