miércoles, 2 de septiembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 2 - 9 de abril , domingo ( 111)

De buena gana me hubiera acercado a los numerosos corrilos  de hebreos  que fuimos encontrando conforme nos acercábamos  a la muralla norte . Discutían , polemizaban y se comunicaban mutuamente  las << últimas noticias >> sobre el sepulcro vacío del rabí de Galilea  . El suceso , lógicamente  , había terminado por filtrarse a la población y Jerusalén fue convirtiéndose  en un increible  mentidero  , donde , incluso , se cruzaban apuestas sobre la suerte del crucificado . Era la comidilla  del día . Y tan excitante  e inevitable  situación me alarmó . El sumo sacerdote  y quienes habían maquinado para perder al Maestro no recibirían con agrado aquellos imparables rumores sobre la pretendida resurrección y la consiguiente magnificación del odiado galileo . Algo inventarían para anular tal movimiento ...
Crucé de puevo la puerta de los peces  y , guiado por el muchacho , tomamos la ruta de Cesarea , hacia el oeste . La mansión de Nicodemo  - mucho más lujosa que la de José - se asentaba a tres estadios  de la ciudad ( unos 500 metros ), en lo más alto de las estribaciones  del cerro del Gareb : a unos 778 metros sobre el nivel del mar y en lo que podríamos considerar como la zona privilegiada  de los extramuros de Jerusalén  . En dicho promontorio  , situado entre las calzadas  de Cesarea y Samaria , los judíos  adinerados  habían levantado sólidas y espaciosas  villas - muchas de ellas siguiendo las tendencias arquitectónicas romanas y helenas  -, a la sombra  de corpulentos  terebindos  , encinas y cipreses . Quedé maravillado por la paz del lugar y por las soberbias edificaciones , que nada tenían que ver con las míseras casuchas de adobe y paja triturada de los dos grandes barrios de la ciudad santa .
El solícito y eficaz Juan marcos se detuvo al fin frente a uno de aquellos palacetes de dos plantas  , perfectamente acordonado por un muro de piedra  , rematado por un enrejado  de casi dos metros de altura  , y que aparecía  semienterrado por una tupida  red de enredaderas . Un amplio jardín  de fina y mimada  hierba  se derramaba frente a la casa . A la derecha  de la cancela  de hierro divisé un pozo , sombreado  por varias y altas encinas . Las había  del tipo << velani >> , de unos quince metros de altura  , y las casi eternas << de agallas >> , de menor corpulencia .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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