jueves, 14 de enero de 2016

Caballo de Troya _ El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario , 25 de abril , martes , ( 10 )

Su compañera , en contra de la opinión de los discípulos  , había decidido esperarme . No tuve oportunidad de explicarles ... Al verme Juan estalló tachándome de << necio , inconsciente , lastre inútil y pecador entre los pecadores >> . . Le dejé vaciarse . . Y conforme remontábamos  un nuevo repecho , en un estéril intento de reconciliación , admití mi debilidad al detenerma frente a la gruta  , añadiendo que quizá sus palabras no hubieran merecido la aprobación del Maestro . Fui a herirle en lo más profundo , consiguiendo , justamente , el efecto contrario . Creo haberlo dicho . Juan de Zebedeo era un hombre valiente , rápido de reflejos  , imaginativo , astuto , fiel , con frecuentes cambios de carácter y con un defecto que , a buen seguro , le acompañó hasta la muerte  : una desmedida vanidad . Pues bien , al escuchar en mis pecadores labios  la palabra << rabí >> se revolvió como un gato . Tartamudeó y , aupandose hacia mi metro y ochenta centímetros , vociferó :
- ¿ Quién eres tú para mencionar al Santo ? ... Él me amaba  .... ¿ Puedes tú , griego cobarde y asustadizo  , decir lo mismo ? Yo y mis hermanos fuimos ordenados en la montaña de Nahum . Somos sus embajadores  . Y cuando Él aederas en la gehena ..., como ese leproso impuro ... El que peca contra su Hacedor recibe el castigo de la enfermedad ..
María trató de calmarle  . Pero , ofuscado , le ordenó que se mantuviera a distancia .
- ... Mírame bien , pagano ignorante , porque tienes ante ti a un elegido del reino . ¿ Puedes  hallar en mí defecto o enfermedad que me haga pecador ?
No sé de dónde saqué la paciencia  . Escuché en silencio . Sin mover un músculo . Y al entender que había concluido su feroz discurso me concedí la licencia  , por primera vez  en nuestra aventura , de confundir su soberbia con << algo >> que hacía tiempo había descubierto en sus pies  . Y señalando a la tierra  , armado de la más cínica de las sonrisas , le pregunté :
- ¿ Que me dices de esas callosidades ? ¿ No son una flagrante señal de la intervención de un espíritu inmundo ?
Entre las gentes fanatizadas por las normas religiosas , hasta un simple callo era motivo de verguenza . << Yavé - proclamaban los rigoristas de la ley - castiga con enfermedades  al culpable  , ya sea directamente , ya por medio de los ángeles >> Un cuerpo viciado , en suma , era la señal de un alma viciosa .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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