viernes, 22 de enero de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario , 25 de abril , martes ( 51 )

Los incontenibles sollozos de Ruth  desarmaron los nervios  de Mirian , su hermana . Y airada recordó a Santiago y a los suyos que la segunda disposición  de las << ratas de Jerusalén >> no pudo prosperar y que , según el de Arimatea , no llegó a votarse . Y acto seguido acusó a su hermano de << cobarde >> . Éste , impasible , comprendiendo la y desolación de Mirian  , no abrió la boca , limitandose a peinar la barba con sus dedos . Pero Esta , indignada ante las injustas acusaciones de su cuñada  y la irritante pasividad de su marido , se puso en pie , acusando a Mirian de irresponsable  y egoista  . Jacobo , a su vez , trató de calmar a las exasperadas mujeres . Pero , en el fuego cruzado de los gritos  e improperios  que habían empezado a lanzarse Mirian y Esta  , sólo obtuvo un violento empujón por parte de su airada esposa .Y el llanto de Ruth , duplicado ante la confusa y lamentable  trifulca  familiar  , vino a desatar el bravo carácter de la Señora  . Era la primera vez , si no recuerdo mal , que la veía alzar la voz . Se plantó entre Miriam y su hija política y con los brazos  en jarras ordenó silencio . Jacobo , entristecido , se retiró junto a Santiago  . Y Esta , perfecta conocedora del firme  temperamento de su suegra  , guardo silencio , acudiendo  en auxilio de Ruth . Pero Miriam , primaria como su madre , se cebó en la Señora , gritando por encima de los gritos de ésta . Fue una escena triste y comprensible  . La hija mayor , fuera de de sí , recordó a María  que << aquél era su hogar y que ningún malnacido le arrancaría de él >>. La Señora , por enésima vez , la mando callar . Pero el furor y la desesperación de la joven se hallaban fuera de control . Así que , agotada la paciencia y entiendo que como un mal necesario , María  , de pronto , le propinó una sonora bofetada  . Santo remedio . Mirian acuso el golpe  y el incipiente  histerismo  de esfumó , dando lugar a las lágrimas . Y en segundos  , sin rencores ni reproches  , madre e hija  se abrazaron , en una emotiva  y mutua  petición de perdón.
Santiago , conmovido como los demás  , se lanzó hacia ellas  , uniéndose en silencio al abrazo . Y Ruth y Esta , erreciaron en sus gimiteos - ahora  traicionados por esporádicas risas - se precipitaron  igualmente  sobreb el trio , formando la más hermosa piña humana  que me fue dado contemplar hasta esos momentos  en nuestra aventura  . Con un nudo en la garganta  desvié la mirada  hacia Jacobo . Una solitaria  lágrima se deslizaba  hacia la << céltica barba  . Al verse descubierto  bajó la cabeza , pero no se movió del borde de la plataforma .
Autor J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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