lunes, 18 de enero de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario , 25 de abril , martes ( 33 )

Confuso , sin sabar qué partido tomar , observé a los que ecuchaban . María no se encontraba entre ellos . Las mujeres que le habían acompañado desde la fuente sí permanecían sentadas muy cerca de la puerta .
¿ Qué debía hacer ? ¿ Entraba ? ¿ Aguardaba a que Juan concluyera  ? La situación resultaba comprometida  . Dadas las tensas relaciones  no podía esperar demasiadas facilidades por parte  del << hijo del trueno >> . Así que , aun a riesgo de cometer una nueva torpeza , opté por penetrar en la casa . Y silenciosa y cautelosamente  , pegado al muro y procurando no desviar la atención de los allí cogregados , fui ganando los pocos metros que me separaban de la jamba derecha . Es posible que el Zebedeo , desde la esquina y entusiasmado con la proclama , no llegara a verme . Me descalcé  y doblando mi humanidad asomé la cabeza , entonando un asustado << la paz sea con los de esta casa >> . Sinceramente , no distinguí gran cosa . Una voz familiar me reclamó desde la penumbra  . Volví a dudar . Pero la Señora  , que sabía de mi timidez , insistió con seguridad .
Y mis pies salvaron el alto peldaño de piedra de la puerta , posándose sobre la cálida  sequedad de una estera  . En el centro de la estancia  , medianamente clareada  por la luz del exterior  , se agrupaban varias personas  , sentadas en las alfombras de paja que cubrían el piso . Nacesité unos minutos para recomponer las siluetas . Aquella servidumbre  de las casas judías - su perpetua tenebrosidad - fue algo a lo que no logré hacerme  . María , percatándose de mi << ceguera >> , acudió presta a uno de los rincones . Atrapó una brasa del hogar que chisporroteaba  en el ángulo izquierdo ( tomaré siempre  como punto de referencia la puerta se entrada ) ,prendiendo un par de lucernas . La nueva luz vino en mi auxilio . Y este aturdido , y nervioso explorador pudo contemplar , por primera vez , lo que , en efecto , había sido comedor , dormitorio y sala principal del hogar del Maestro desde su más lejana infancia .
María cruzó sonriente ante mi . Y tras colgar una de las lamparas en el muro de la derecha  , se unió a los dos hombres  y a las tres mujeres  que le acompañaban , depositando el segundo candil sobre una << mesa >> de piedra de un metro de diámetro y veinte centímetros de altura que , a primera vista  , me recordó una piedra de molino .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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