domingo, 17 de enero de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario , 25 de abril , martes ( 32 )

Debí sospecharlo . En Nazaret no todos habían entendido al << gigante >> . Para muchos  , la revolucionaria  filosofía de hermandad entre los hombres - hijos de un Dios - Padre  - y , sobre todo , la crucifixión  ,  , destino inexorable  de asesinos  , blasfemos  y maleantes , habían manchado el buen nombre de la aldea . . Semejante estado de cosas - ignorado también por los textos  evangélicos - no me escandalizó . Bastaba con mirar a los intimos  , a los familiares  y a la propia  madre terrenal del rabí . ¿ Quién de ellos  tenía  las ideas claras respeto al especialísimo mensaje de Jesús  ? En consecuencia  . ¿ por qué  extrañarse de la negativa  reacción de unos convecinos que le habían visto crecer ? ¿ O Es que alguna vez hubo profeta en su tierra ?
Uno de los datos  deslizados en la conversación con el viejo resultó nuevo para mí . En Nazaret , María recibía un sobrenombre : << la de las palomas >>. Pronto averiguaría por qué .
Al salir de la embocadura , la << calle >> se ensanchó hasta los cuatro metros  . Allí , en efecto , se concentraba una treintena de individuos , sentados en la rampa de tierra  , en pie o recostados perezosamente contra los muros que cerraban la calzada . En su mayoría  , mujeres movidas por la novedad , ancianos  desocupados  y niños lloriqueantes  y distraídos  . Todos tenían la atención puesta  en una de las esquinas de la vivienda  de mi izquierda  . Al aproximarme  descubrí al Zebedeo , acomodado en los primeros peldaños de la escalera  exterior  que conducía  al terrado . En una encendida alocución narraba a los boquiabiertos  vecinos las recientes apariciones del Maestro  en Jerusalén . Si me fiaba  de la incredulidad  pintada  en los rostros de los más viejos  , el discurso no parecía discurrir por buen camino ...
En lo alto , a unos cuatro metros  , sobre el antepecho que cerraba  la azotea  aleteaban , picoteaban la piedra y se removían inquietas seis o siete palomas duendas y silvestres  , de plumaje apizarrado y cuellos verdes  bronce . Mi corazón se agitó . Aquella casa de la izquierda  tenía que ser el hogar de la Señota ...
Como el resto de la aldea  , sus muros de piedra  , escrupulosamente encalados  , carecían de ventanas . Solo una puerta  , más bien baja , abría los sesenta centímetros  de espesor de la fachada  . En una primera estimación deduje que el lugar en el que supuestamente  había habitado el Hijo del Hombre se alzaba a cosa de ochenta metros  de las << puertas >> de Nazaret . Es decir , en el barrio bajo : el más antiguo y descuidado . Y me dispuse para el gran momento .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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