viernes, 22 de enero de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario , 25 de abril , martes ( 49 )

La Señora , sigilosamente , alcanzó la destartalada puerta situada en la pared que se alzaba enfrente de la fachada . Y aproximó la mejilla izquierda a la sucia hoja  . En dicho tabique  , como en los restantes , colgaban decenas de herramientas , sujetas por listones de madera  : sierras , cinceles , compases , compases de bronce y de madera , cizallas , pinzas , clavos de treinta y curenta  centímetros  , punzones , hojas de hacha  , cabazas de martillos ( con o sin mango ), gubias , cuchillas y varios taladros de arcao . El suelo , alfombrado de serrin  y de rizadas virutas  , crujió reseco bajo las sandalias . Era extraño . Los mangos  para azadas , los mayales para caballerías y para la trilla  y algunos sencillos arados de poco peso - todo a medio terminar y esparcido por los rincones - sugerían un trabajo bruscamente interrumpido . Pero , a juzgar por las telarañas que hilaban niebla  en las esquinas  , esa interrupción tenía que haber acontecido tiempo atrás . Por otra parte , aquel cerrado cuartucho , sin acceso directo a la calle , no encajaba  en la fórmula  tradicionas judía . La mayoría de los talleres  de carpintería  se concentraban en un lugar o barrio concreto de la aldea o de la ciudad . formando un gremio artesanal e , insisto , siempre abierto al exterior , al cliente  . Por último , si la sala contigua  presentaba un aspecto pulcro y ordenado , ¿ a qué obedecía  aquel lamentable abandono ? La Señora , única responsable  del supuesto << pecado >> , tenía sus razones ..
El cuchicheo al otro lado del muro se hizo más cercano . Y en un movimiento reflejo me asenté con fuerza sobre el blando pavimento , listo para intervenir . De improviso , alguien empujó la puerta y poco faltó para que el impacto derribara a Maria . Y la claridad nos cegó a ambos . Y la silueta de un hombre atlético  , de envergadura  próxima  a la de Jesús  , con destellos de oro en sus largos cabellos  se recortó majestuosa  en la luz de la mañana  . No quiero ocultarlo . Por un instante  me sobresalté . ¿ Estaba soñando ? ¿ Tenía ante mí al resucitado ? Y perplejo vi cómo la mujer se arrojaba  hacia el desconocido , abrazándole  . Respire aliviado . El supuesto << resucitado >> no era otro que Santiago . Detras , con los semblantes igualmente graves , aparecieron Jacobo y las mujeres .
La puerta del taller fue apuntalada y , con prisas , el hermano del rabí fue a sentarse en el filo de la plataforma de la estancia dormitorio . Y toda la familia , a excepción del Zebedeo , se sentó sobre las esteras , dispuesta a escucharle  . El dudoso ánimo de Juan había hecho  aconsejable que permaneciera recluido en la casa de Santiago y de Esta . En el fondo  , él había sido el detonante  de la situación.
Al reparar en el siempre equilibrado rostro del ahora hijo mayor de la Señora  y descubrir la macilenta palidez del miedo comprendí que las cosas habían empeorado . Yo había  visto ya ese terror  mal contenido  . Lo había vivido en el prolongado encierro de los íntimos en el canáculo de Jerusalén .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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