martes, 12 de enero de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario , 25 de abril , martes ( 3 )

En esa fecha , como fue dicho , estos peregrinos abandonarían Nazaret y , pasando por la aldea del << oso >> , le recogerían , rumbo al lago .
El cielo , abierto en grandes claros , prometía una jornada calurosa  . Fue una lástima no entrar en la población . Aquella pequeña ciudad - no hubiera sabido explicar por qué - me atraía intensa y especialmente . Ahora pienso que , en buena medida  , la causa se hallaba  en mi espíritu científico . Ardía en deseos  de << volver atrás >> y enfrentarme al supuesto prodigio del vino . Algo tan aparentemente  concreto y susceptible de análisis no podía escapar a nuestro método .
Juan y la Señora  , conocedores del terreno , ahorraron tienpo , bordeando Caná  por su flanco este . Y ágiles , con el espíritu pletórico - en especial Maria  -, disfrutando de la fragancia  del olivar que nos escoltaba  por la izquierda  , salvamos los quinientos metros  que nos separaban de uno de los tres senderos  que unían la aldea al resto del mundo . este camino nacía al sur de la población y , sorteando una entrevesada  y fértil área de huertos  , trepaba en dirección sureste , bifurcandose a cosa de dos kilómetros  . En este punto , el ramal de la derecha giraba cuarenta y cinco grados , perdiéndose en dirección sur .
Nada más pisar la estrecha y descuidada vereda , robada a un monte bajo y espinoso , el terreno , accidentado y convulso en los arededores de Caná  , se tornó tormentoso , preñado de barrancas y en continuo ascenso . El Zebedeo , con razón , forzó la Marcha , aprovechando el frescor del amanecer y de las cúpulas verdinegras de los bosques de algarrobos  y robles del Tabor que , con sus majestuosas copas de hasta veinte metros  de circunferencia  , dibujaban continuos << túneles >> en los que anidaban asustadizas cochas perdices y escandalosas urracas . Y en pocos minutos  , con un Juan impenetrable  a la cabeza , cargando el odre de agua del que no había querido separarse  , una María  en el centro  , ilusionada por el retorno a casa  y este explorador   cerrando el grupo , atento a las posibles  referencias geográficas , Caná quedó atras , como un nido blanco entre verdores  . Por nuestra derecha  , burlando vaguadas y desafiando las boscosas laderas , nos acompañó durante veinte o treinta  minutos una canalización de agua a cielo abierto , levantada a base de coraje  y de una blanca piedra caliza resquebrajada  , soldada con mortero . La obra , que ascendía hasta una cota de 532 metros , abastecía de agua a las casi 18 000 almas que residían en la ciudad de Natanael y a los huertos y plantaciones próximos ; en especial a los situados en la cara sur . Ni que decir tiene que el oportuno acueducto constituyó una inmejorable información a la ora de caminar en una u otra dirección.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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