miércoles, 20 de enero de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario , 25 de abril , martes ( 42 )

Algunos de los ancianos  y mujeres  , aterrorizados  , escaparon calle abajo . Pero la veintena  de fanatizados  vecinos  , aullando como lobos  , se dobló  a un tiempo sobre el terrenom , a la búsqueda  de piedras . Ismael  , sin dejar  de entonar su sentencia  , se mezcló con el grupo , topando con unos  y con otros  en la embarullada  recogida de rocas  . Y sin más , en uno de los más violentos ataques  que jamás hubiera llegado a imaginar , una lluvia de piedras , arrojadas desde cuatro , ocho y diez metros  , comenzó a golpear los cuerpos  de Jacobo y de Santiago , así como el muro de la casa  y , por supuesto , a quien esto escribe  . Y la palabra << muerte >> , coreada por los jadeantes energúmenos  , se mezcló con el ruido de los impactos sobre la fachada  y los irremediable  gemidos  de dolor de los dos hombres  . La crítica  situación apenas se prolongaría  treinta segundos  . El hermano de Jesús , protegiéndose la cabeza con los brazos , ordenó a su cuñado que entrara en la casa . Acto seguido , de un salto , él mismo desapareció de la escena . Y ante mi desolación , la cenicienta puerta fue cerrada  y atrancada . Y durante breves instantes , las piedras siguieron cayendo sobre la hoja  , acumulándose negras en el umbral . Dios quiso que este asustado explorador  supiera y pudiera  reaccionar a tiempo . Y el odio de aquella partisa se volvió hacia mí . Y sin saber , sin preguntar , unos rostros y manos verdiazules reclamaron mi vida . En realidad , yo era << uno de ellos >> . Así lo interpretaron y , consecuentemente , la fallida lapidación - más violenta si cabe - me tomó como víctima propiciatoria .
Pero antes de que acertaran a inclinarse de nuevo sobre la calzada  , una primera descarga de 21 000 Herz entraba en la calva color bronce del saduceo , alterando su aparato << vestibular >> . En centésimas de segundo , su oído interno sufrió la invasión de los ultrasonidos , bloqueando el conducto semicircular membranoso , con la fulminante pérdida de la posición de la cabeza y del cuerpo en el espacio . Y con los ojos desorbitados y la lengua colgando se desplomó redondo . La inmovilización estaba garantizada  durante algunos minutos . El inesperado derrumbamiento del sacerdote  provocó un silencio sepulcral . Y aprovechando la ventaja de la confusión pulsé de nuevo el clavo . Y otro << hilo >> infrarrojo penetró implacable en la frente de uno de los ancianos  que se había apresurado a auxiliar a Ismael . El segundo desmayo fue decisivo . La tripa  , descompuesta  , soltó las piedras y , movida  por un pánico supersticioso , dirigió los rostros al azul marino del cielo . Y recordé la maldición del Zebedeo . Y en un ayear vergonzoso , atropellándose mutuamente , desaparecieron entre los patios y callejones colindantes .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
 Antonio Martinez

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