miércoles, 13 de enero de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario , 25 de abril , martes ( 7 )

El sendero siguió descendiendo , hasta entrar en una hoz de altas paredes que se prolongaba  alrededor de quinientos metros .  El discípulo aceleró el paso obligando a la Señora a seguirle casi a la carrera . A derecha e izquierda , en los taludes , descolgados  terebindos desafiaban la gravedad , auxiliados por grisáceos y no menos audaces matorrales de ezov , el nombrado arbusto bíblico , hoy conocido como << hisopo sirio >>  A los pocos metros  , un eco me sobresaltó . El Zebedeo  que debió percibirlo antes que yo , dudó . Amonoró la marcha  pero , al instante  , tirando de la mujer , emprendió una rápida  huida . Desconcertado giré en redondo , a la búsqueda  del origen del cavernoso ruido . Pero seguí ciego . El instinto me impulsó a imitar a Juan . Y sin meditarlo dos veces  , con el miedo hormigueando en las entrañas  , me lancé  en persecución  de la pareja  . No sabía  qué estaba  pasando y tampoco sentía  demasiados deseos de averiguarlo . Sin embargo , las cosas no eran , no iban a suceder como imaginaba...
Apenas iniciada la frenética  carrera , una sombra surgió por la izquierda  , en pleno terraplén . Y el eco , al llegar a su altura , se hizo claro , profundo y , en esos momentos escalofriante .
Sólo Dios sabe por qué me detuve . Medio estrangulado por un terror absurdo e irracional , con las pulsaciones  desbocadas , retrocedí hasta situarme frente a la << sombra >> . Mis amigos estaban a punto de alcanzar el final del pequeño desfiladero . El eco , efectivamente  , resonaba nítido en el fondo de la cueva que tenía ante mi . La hoz ofrecía  en aquel lugar una oquedad de un metro de altura  por otros dos de ancho , medio cerrada por el ramaje . Y despacio , muy despacio  , fui agachándome  , escrutando la oscuridad del agujero e intentando identificar los sonidos . María y el discípulo , a trescientos o cuatrocientos metros  , me hacían señales , gritando algo que no entendí . Y cuando me disponía  a alejarme , convencido de que podía tratarse de la guarida de alguna alimaña , el eco , más cercano , me erizó los cabellos . Algo reptaba  o arrastraba la tierra a su paso , precipitándose hacia la salida  . Con la voluntad y los nervios en desorden traté de retroceder . Pero el bastón se me fue de los dedos . Al inclinarme para recogerlo , entre los cada vez más cercanos  gruñidos  creí identificar un sonido humano : algo similar a un grito , mitad lamento , mitad aviso ... Algo parecido a << ame >>...
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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